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Vergüenza ajena: la incoherencia del gran empresariado

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Fecha Publicación: 29/05/2021 - 00:00
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Todos los peruanos preocupados por el asalto al poder que viene preparando sendero luminoso este 6/6, vienen colaborando –de una manera u otra– para impedirlo. Aunque decir todos sería ir demasiado lejos. Hay un sector que de manera creciente ha venido colocándose del lado contrario a nuestra frágil democracia, presumiblemente creyendo que con ello salvaría los muebles. Nos referimos a determinados empresarios que, de manera indignante, han cruzado la línea que trazaron quienes fundaron las empresas para las que, actualmente, prestan servicio. Aunque lo hagan, muy posiblemente, con la anuencia de quienes son todavía los principales accionistas de esas entidades. Esa gente que ahora, al vértice de observar que su país caería en el totalitarismo, opta por guardar cómplice silencio recluyéndose tras las paredes de sus emporios, esperando que ese doblez también les permita salvar los muebles. Son no solamente personas ingratas sino probadamente falsas. Peor aún, carentes de sentido común. Porque en el comunismo, como en democracia, el acobardamiento no tiene espacios. Es más, se castiga en forma ejemplar. El comunismo lo hace yendo al extremo del asesinato, en tanto la democracia lo cumple aplicando la muerte civil. Pero el cobarde será siempre reconocido como tal.
¿Cómo es posible amable lector, que el gerente general del Banco de Crédito del Perú guarde silencio en estos momentos tan dramáticos para su patria, mientras fue capaz de salir muy alegremente a las calles portando banderolas, pitos y flautas para desfilar por Lima rodeado de una morralla de progres que, evidentemente, ahora ya alucinan confiscar el emporio para el cual trabaja? ¿Es aceptable que el gerente del banco más antiguo del país alegase que hizo eso “en protesta” porque el Congreso defenestró al miserable Vizcarra? No amable lector. Es sencillamente reprobable que un importante funcionario de un banco saliese por medio Lima gritando “Congreso golpista”, porque, en acto constitucional, el Legislativo decidió remover de la primera magistratura a ese truhan de la política. Recordemos. La Fiscalía investiga a Vizcarra por corrupto, quien entre otras barbaridades es culpable de la muerte de 200,000 peruanos al no comprar desde marzo 2020 pruebas moleculares, camas UCI, plantas de oxígeno, vacunas etc. cuando él mismo conocía que constituían activos indispensables para enfrentar la pandemia. No puede haber pasado por la mente de los fundadores del citado banco una conducta tan ruin como esa. Peor aún. Porque ante la actual amenaza de sendero luminoso de capturar el Estado parapetado tras un profesor con licencia permanente, como Pedro Castillo, disfrazado de oveja siendo un topo del senderismo, ese mismo banquero calla en todos los idiomas. E incluso, apoya publicitariamente a una prensa corrompida, que apoya al postulante del comunismo mientras repudia alevosamente la candidatura de Keiko Fujimori.
Esta falta de coherencia es una de las razones por las que el Perú está tan mal. País, además, abandonado por quienes se suponía están más capacitados para concertarle políticas de progreso y articularle fuerzas que consoliden su democracia. Un episodio indescifrable, imperdonable, que enloda a una institución centenaria como el BCP.

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