Vigencia de Mircea Eliade
Filósofo y escritor rumano que destacó por sus estudios sobre mitología y religiones comparadas, Mircea Eliade planteó un dilema para el hombre contemporáneo: desesperación o fe. Persuadido por la antinomia entre el tiempo sagrado de los orígenes- lo que pasó in illo témpore, el tiempo de los mitos que se puede repetir por la fe o por la actualización religiosa de un hecho primordial - y el tiempo profano de la historia que no se repite jamás y nos impide un nuevo comienzo, Eliade postuló que la crisis del hombre actual se debe a la ausencia de su relación con lo sagrado, que deriva en el sinsentido de una existencia sin hierofanías y por lo tanto sin fe.
A la fe se la ha definido de distintas maneras. Creo que la que se da en la Biblia, hebreos 1, es la más precisa y comprensible: la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
El hombre contemporáneo, y más precisamente, el hombre del siglo XXI, no tiene ninguna certeza y ninguna convicción de lo que no ve. Ver para creer es su lema y sus dioses de 24 horas van cambiando, conforme cambian sus apetitos y sus angustias. Pese a que como escribe Mircea Eliade, la religión es el intento que hace el hombre para comprender lo que se escapa a su entendimiento y poder comunicarlo, éste no se interesa por la trascendencia ni por el conocimiento en sí. Según Eliade lo hace porque en el fondo de su yo interior, quiere liberarse de lo sagrado.
De acuerdo a Eliade, lo más esencialmente humano de nuestra especie es su relación con lo sagrado, con la Divinidad, con las divinidades. Gracias a esa relación, el hombre explica su destino sea cual fuere. Cualquier desgracia o bendición desde los tiempos ancestrales, tenía su razón de ser en la misericordia o la ira de los dioses. El devenir humano y su necesidad de emanciparse de lo sagrado, lo ha hecho peregrinar a lo largo de los siglos por las ideologías hasta que llegó a donde tenía que llegar: la convicción existencialista de que el hombre es una pasión sin sentido.
A la vista de esta conclusión sartreana, es que una frase del jesuita Teilhard de Chardin, adquiere un sentido histórico para el hombre y no solamente un sentido religioso como podría parecer. La frase es una respuesta a la afirmación de Sartre: el hombre es una pasión cuyo sentido es Dios. La reivindicación de la actuación del hombre de los comienzos constituye un desagravio a la Divinidad y a él mismo.
El hombre de los orígenes no sabía nada pero estaba conectado con el universo, con la naturaleza. Su vida no tenía sentido sin esa relación. Los dioses lo protegían del tiempo y sus arcanos, pese a lo cual los abandonó. En la reconciliación de ese nexo, postula Eliade, está su salvación. Con la vivencia de la fe, el hombre deja de ser algo o alguien arrojado sobre este planeta.
Jorge.alania@gmail.com
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