Violencia vicaria
En el hotel Concordia de Barcelona- en el que había celebrado su boda- un economista de 44 años asfixió hace unos días a su hijo de 2 y escapó, no sin antes enviarle este pavoroso mensaje a su esposa, de la cual se había separado recientemente: “En el hotel te dejo lo que te mereces”. Para él se reservó su propia correa con la que se ahorcó esa misma noche en un bosque cercano al aeropuerto.
¿Cómo es posible tanta insania y crueldad en un ser humano que ha jurado amor a una mujer y ha tenido con ella un hijo de sus entrañas? ¿Cómo se explica esta muerte terriblemente absurda?¿A qué extremos puede llegar el odio y la ira como para desencadenar esta barbarie? ¿Quién puede comprender este arrebato que no conoce límites ni márgenes?
La violencia vicaria define un tipo de violencia machista en el que un miembro de la pareja utiliza a sus hijos para dañar al otro. Consciente del vínculo que existe entre la pareja y el hijo, lo rompe para producirle el mayor dolor posible e inimaginable.
Lo había sacado con engaños de la casa de la madre. Caminó con él de su mano por la amplia e histórica avenida Paral-lel, entre las plazas España y Drassanes, hasta el hotel al que accedió siempre con el pequeño de su mano. Lo que pasó después no tiene nombre ni relato.
Violencia machista, violencia vicaria, simple y terriblemente violencia. La frustración, que como un agujero negro, se traga a la vida y a la muerte. La mujer herida en su más honda integridad por un sistema que no sólo la margina sino que la hace víctima de atrocidades como la del hotel Concordia que se repiten una y otra vez. Y en el fondo del fondo: un alegato por la salud mental, por la estabilidad emocional, por la resiliencia.
Estamos ligados a nuestros hijos por un cordón umbilical que en algún momento tiene que romperse pero no antes, especialmente en la infancia y adolescencia en las cuales necesitan de nuestra compañía creativa y respetuosa. Pero el cordón existe. Sólo en la especie humana, la cría nace sin posibilidades de autosostenerse y requiere el indispensable apoyo de la madre, padre o de quien haga sus veces. Esa relación marca la vida del niño para siempre y explica muchos de sus comportamientos adultos.
La del hotel Concordia de Barcelona es una tragedia. Silenciosa, aparece sistemáticamente en los obituarios narrados y documentados que son muchas veces las páginas de los diarios. ¿Podrá la educación cambiar este panorama? Tal vez hay algo más que ignorancia y barbarie en esos actos. Se habla de valores, pero… ¿puede la escuela cultivar valores que la sociedad desdeña?
Nadie es quien para moralizar. Pero allí están nuestras esposas, hermanas, hijas, amigas. No seamos machistas con ellas en ningún sentido y algo habremos hecho seguramente para que la violencia contra la mujer deje de ser lo que es pese a todas las leyes y los discursos.
Jorge.alania@gmail.com
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