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¡Viva la estulticia!

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Fecha Publicación: 09/09/2024 - 20:00
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Una interesante reflexión en redes me sobrecoge: “personas que estuvieron activas en sus redes con frecuencia hasta un día antes de morir…”. Se refiere a un fenómeno estadístico inquietante que parece haber crecido. Vive como si fuera el último día, aprovecha el día, Carpe Diem (Horacio).
Es el imperativo de la libertad, la locura y la condición humana. Entre ellos el salvavidas es la locura. No es una patología. El Quijote, a pesar de sus excentricidades, es un personaje profundamente moral que lucha por la justicia. En la presentación de un libro del poeta Héctor Ñaupari (La libertad en el corazón) lancé una frase: “Yo los invito a esa locura, sean locos o un poco más locos, no sean tan serios. El Quijote es libre porque sueña dentro de su locura; es la locura, que es vida, movimiento, trasgresión, lisura, baile (…) No se puede ser libre sin algo de locura, la locura nos detiene en su ahora irrefrenable”.
En la sociedad moderna, la locura a menudo choca con la cordura de la vida en comunidad. Debemos conciliar con el realismo de los demás. “No arriesgues, no hables, no comas, ahorra, no seas héroe, cuídate…”. Dice Erasmo: “No ignoro cuán mal hablan de la estulticia incluso los más estultos, soy, empero, aquélla, y precisamente la única que tiene poder para divertir a los dioses y a los hombres”.
El Quijote fue loco, y por serlo estaba vivo. Según Unamuno, grande fue la locura del Quijote, y lo fue porque era grande la raíz de la que brotaba. Erasmo nos invita a pensar sobre el papel que juega la insensatez en nuestras vidas. Con su humor irónico, sostiene que es gracias a la locura que el hombre emprende las acciones más significativas de su vida. No exalta la irracionalidad, sino más bien reconoce que muchas de nuestras decisiones, especialmente las que implican un salto al vacío o un cambio radical o un acto heroico, están motivadas por impulsos que van más allá de la razón.
El Quijote nos invita a no conformarnos nunca con la mediocridad del mundo. Alonso Quijano no muere cuando exhala por última vez en su lecho, sino cuando repara que lo de ser el Quijote fue solo un extravío mental, una irrealidad maravillosa, pero irrealidad, al fin y al cabo. ¿Será como afirma Poe que la locura no es más que la agudeza de los sentidos?