Vivimos en un mundo peligroso
Con dos guerras calientes y muchos focos de tensión el planeta tierra atraviesa un momento de gran incertidumbre en cuanto al eventual estallido de una guerra nuclear. La semana pasada el presidente de Rusia, Vladimir Putin, pronunció un fuerte discurso en el parlamento de su país, amenazando directamente a las potencias occidentales de escalar el actual conflicto de Ucrania a una guerra nuclear en la eventualidad que tropas europeas participen en esa confrontación armada. Putin lo dijo de una manera pausada pero sus palabras están ahí y significan un desafío para los Estados Unidos y la OTAN. ¿Qué hacer en esas circunstancias, tirar la toalla, retornar al pacifismo de Múnich que estimuló la agresión nazi en Europa? He ahí una interrogante que se deben estar formulando los estados mayores de los países directamente aludidos.
El grave peligro que se cierne sobre el mundo es el desencadenamiento de una confrontación nuclear por un error en los altos mandos militares de los países involucrados. La Primera Guerra Mundial se produjo por un conflicto muy específico entre una gran potencia europea y una mucho más pequeña, pero que tenía el apoyo de un aliado muy poderoso. Curiosamente en ambos conflictos aparece Rusia, en 1914 por su apoyo casi incondicional a Serbia frente a la amenaza del hoy inexistente Imperio Austro-Húngaro, ahora en el 2022 por su agresión a Ucrania, país que era parte de la fenecida Unión Soviética pero que desde 1991 es un Estado independiente. Resulta evidente que Putin quiere de alguna forma revivir el imperio ruso conforme a las fronteras existentes antes de la caída del muro de Berlín. Ucrania sería el primer paso en ese camino para el retorno de la Guerra Fría. Si la OTAN presiona demasiado a Rusia, dicha potencia estaría dispuesta a lanzar su arsenal atómico contra la alianza atlántica. Es una seria advertencia que no se debe tomar a la ligera.
A esa confrontación debemos agregar el conflicto desatado por el grupo terrorista Hamás cuando el 7 de octubre del 2023 agredió a Israel. Desde mi punto de vista se trató de un ataque suicida que provocó la previsible reacción israelita agravada por la retención de los rehenes. El problema es que la respuesta de Netanyahu ha superado largamente la ley del talión. Hoy la franja de Gaza es un pequeño territorio de 365 km2 en el que viven más de un millón de palestinos en peligro de extinción. La gran interrogante es cómo terminar esta guerra y restablecer las precarias condiciones anteriores existentes en Gaza para que los palestinos tengan un lugar donde subsistir precariamente bajo el sol. Y el peligro en este caso, como en el de Ucrania, es que la guerra se escale por la intervención de una tercera potencia, digamos Irán. Es evidente que Estados Unidos e Israel son aliados, pero en estos momentos el principal papel de la gran potencia norteamericana es contener a Israel para buscar una solución que de alguna forma permita al pueblo palestino vivir en libertad bajo un mínimo de condiciones que hagan viable su supervivencia. He ahí la gran incógnita sobre la cual aún no existe una respuesta clara.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.