Vizcarra, el predicador frustrado
La gama de sandeces que lanza el aún presidente Vizcarra es auténticamente colosal. En su faceta de predicador frustrado –aprovechando el eco que consigue de la prensa que alquila con dinero suyo, amable lector- aborda los temas más diversos, intentando mostrar con ello una inteligencia que resulta tan vasta como un océano de un milésimo de milímetro de profundidad. Esta semana la toxicidad de las peroratas vizcarrinas ha sido de espanto, convertido en especialista en todo sin conocimiento alguno, sino sólo con base en repetir como loro las noticias aparecidas en los medios de prensa. Como el caso del fútbol, donde se metió en arenas movedizas pretendiendo dar cátedra de una afición tan falsa como todo lo que dice, ensañándose con el árbitro chileno únicamente para “sintonizar” con la ciudadanía. Pero quizá donde sus tonterías alcanzaron al cenit fue al sermonear sobre las elecciones previstas para 2021. Dándosela de erudito en la materia, realizó un llamado a los partidos políticos para que “escojan buenos cuadros para los próximos comicios de manera que la ciudadanía deje de estar eligiendo entre el mal menor que le ofrecen esas agrupaciones”. Convertido en presa de sus palabras, insistió en la monserga incoherente alegando “Busquemos alternativas de candidatos para que tengamos entre varias alternativas (textualmente) elegir al mejor, y no al mal menor, como en muchas oportunidades ha tenido que escoger la población”. Siendo la más reciente, a no dudarlo, la elección de 2016 donde el propio Vizcarra acabó siendo votado como vicepresidente del renunciado Kuczynski. El problema es que individuos como Vizcarra no reparan en que son ellos per se esos malos candidatos a los cuales hoy –desde el cenáculo del poder- se refiere el todavía presidente, dedicado a escupir al cielo siendo gente como él el motivo que los peruanos siempre elijan mal.
En lo que no repara el ingeniero Martín Vizcarra, perturbado por los demonios que le persiguen desde Moquegua -aderezados a su paso por palacio de gobierno- es en que los peruanos votan mal sencillamente por la ignominiosa educación pública que brinda el Estado. Como ocurre ahora, gobernados por Vizcarra, cuando desde el mismísimo Ministerio de Educación glorifican al genocida abimael guzmán como “héroe nacional”, comparándolo incluso a Grau, Bolognesi o Ugarte. Y ni qué decir de esa ínfima calidad que contienen las currículas escolares, donde no figura un curso vertebral para formar a nuestros futuros ciudadanos, como aquel de educación cívica: o cuando el Ministerio de Educación promociona textos para enseñanza primaria que lindan en la sodomía, el sadismo y la pornografía, intoxicando al educando con las perversiones sexuales que, entusiastamente, promocionan los gurús marxistas.
La incultura –y más grave aún- la mala educación impartida por el Estado, constituyen la esencia misma de esa tara nacional reflejada en la incapacidad social de elegir a los mejores y negarle el gobierno a los incapaces y corruptos. Pero el todavía presidente Martín es incapaz de comprender eso. Tanto que sus ministros de Educación y Cultura son los principales despilfarradores de recursos públicos con fines proselitistas.