Vizcarra: intentando convertir la infamia en hazaña

Siento, con mucha indignación, que la Fiscalía sigue rendida a los pies de Vizcarra. Inaceptable que el fiscal Villena sostenga que haber adoptado la decisión de adquirir las pruebas rápidas, pese a que habrían tenido menor grado de eficiencia, no constituye un indicio revelador ni una conducta de carácter delictivo, sino simplemente una decisión deficiente o inadecuada. No se puede permitir. Tienen la audacia de inventar que PPK lidera una organización criminal con su chofer y secretaria o, de dañar honras, trayectorias profesionales y vidas como es el caso de Ricardo Briceño, contra el cual se sigue actuando con absoluta arbitrariedad e inexplicable saña, pero se tiene una exagerada benevolencia con Vizcarra, a pesar de que su prontuario delictivo y cinismo es inagotable.
¿Dónde están las familias de los 200,000 fallecidos por Covid19 o también se han creído el cuento de Juan Carlos Villena? ¿Dónde está el repudio de nuestra sociedad hacia este mentiroso patológico o solo se recuerdan los generosos bonos: Me quedo en casa; rural; independiente: familiar universal 1 y 2; a los Policías; a los trabajadores de salud; subsidio por orfandad? ¿Dónde están los arequipeños y moqueguanos perjudicados por la inaceptable demora de 53 días por parte de Cenares en aceptar la donación de oxígeno de Southern Perú a los hospitales de dichas localidades? ¿Olvidaron sus pérdidas y lágrimas?
No podemos usar la desmemoria para consolidar la impunidad. La pandemia generó pánico, fuimos 33 millones de huérfanos y Vizcarra lo aprovechó, lanzando mensajes mesiánicos que capturaron voluntades y generaron un nivel de dependencia emocional que prefiero no recordar. El aplauso en confinamiento, un ritual colectivo a las 8PM que solo ensoberbecía al inútil. Creamos un monstruo que se creyó con derecho a todo, aceptemos nuestra dosis de culpabilidad. Le entregamos nuestra alma a este personaje nefasto que afortunadamente fue vacado, saliendo con aparente dignidad de Palacio de Gobierno ese 9 de noviembre del 2020, pero promoviendo una estela de violencia que no cesó sino hasta la caída de su sucesor constitucional Manuel Merino. El canal N, en manos de Clara Elvira Ospina, entre otros medios leales al vacado, azuzaron la violencia, desinformando y levantando falsos testimonios de represión.
El principal enemigo de la memoria es la distorsión de los hechos históricos y en ello la mayor parte del periodismo tiene una gran responsabilidad. Celebran la impunidad de Vizcarra, utilizando la información como herramienta política, cuando bien saben que los recuerdos selectivos no le hacen justicia a la complejidad del pasado.
Vizcarra ha declarado recientemente que no se arrepiente de haber disuelto el Congreso ese 30 de setiembre de 2019, que no fue una medida improvisada sino absolutamente necesaria para acabar con la confrontación política; vale decir, para maniatar la independencia de las instituciones y ponerlas a su servicio, socavando nuestra ya frágil democracia. Todos sabemos que quería un TC a la medida. Sin embargo, antes de la ruptura constitucional, ya había promovido un referéndum absolutamente manipulado –inundo el Perú con pintas del resultado querido: Sí, Sí, Sí y No– haciendo creer a una ilusa ciudadanía que se había convertido en un actor dirimente en la salida de la crisis política.
Es clamoroso el silencio de buena parte de la población, solo un pequeño grupo de demócratas, entre los que se incluyen periodistas independientes, se indignan ante este vergonzoso contubernio y cumplen con la valiente tarea de evitar que la desmemoria nos juegue una mala pasada y consolide la impunidad. Ciudadanos vigilantes, como Katherine Ampuero, han solicitado al Fiscal de la Nación la revisión del archivo de la investigación y, el Congreso ha admitido a trámite cerca de 16 denuncias constitucionales en su contra.
Martín Vizcarra es uno de los peruanos más nefastos de este siglo, no deberíamos descansar hasta que no pague por cada uno de sus delitos.

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