Vizcarra y Sagasti, coautores de genocidio
“Estamos coordinando la compra de oxígeno a Chile. De la misma manera, hoy también nos encontramos negociando con Ecuador otra compra de oxígeno. La demanda de oxígeno durante la primera ola de la pandemia cogió de sorpresa al gobierno anterior y lo mismo ha ocurrido con las proyecciones del actual ante la segunda ola que venimos sufriendo. Todos los pronósticos quedaron cortos, pues habíamos confiado en que las fábricas de oxígeno que compró el régimen anterior a través de la Universidad Nacional de Ingeniería nunca fueron construidas (plantas, debió decir la mano derecha sagastiana e inaguantable premier Violeta Bermúdez, dándole además un capotazo de ayuda cómplice al corrupto Vizcarra). “Concretamente, la universidad de Ingeniería incumplió el contrato”, fue su coartada. “Aunque en paralelo -remató la primera ministra del apañuelado Sagasti- venimos coordinando la compra de otras ‘fábricas’ en el extranjero”. (Plantas, señora, plantas; el oxígeno no se ‘fabrica’; simplemente se transforma el aire para obtenerlo).
Vamos por partes. Vizcarra simplemente ignoró la primera ola de contagios del Covid, entre abril y julio del año pasado. Estaba completamente absorto por su pervertido afán de capturar el poder absoluto, anulando a la oposición a punta de denuncias falsas. Por tanto, ni siquiera se le ocurriría comprar oxígeno y los demás abastecimientos indispensables para que los hospitales pudiesen recibir la andanada de personas que serían víctimas del Covid. ¡El pueblo, que arree! Primero estaba su plan máximo de concentrar autoritarismo a cosa de sacrificar a la sociedad.
Tenía la mira puesta siempre en suspender la elección de 2021, para empernarse indefinidamente en el poder. Este es Vizcarra, amable lector. Un sujeto miserable que engatusó al país a base de mentiras seriales, además de quebrar la Constitución interviniendo en otros poderes del Estado. Desde el Legislativo –al que clausuró e hizo elegir a un Parlamento infinitamente peor al anterior- además de acogotar al poder Judicial, usando como pretexto “rebajar” su presupuesto por los efectos de la pandemia y mantener a los jueces prestos a sus favores “si se portaban bien con el gobierno”. Encima, capturó la Fiscalía fabricando la novela “los cuellos blancos” para deshacerse de Pedro Chávarri, el Fiscal de la Nación, e imponer a su amiga Zoraida Ávalos. Vale decir, obtuvo el poder más absoluto que pueda imaginarse. Aún mayor al que tuvo Fujimori, quien lo compartía con su eminencia gris, el siniestro Montesinos.
En medio de esta trifulca por monopolizar el poder, la primera ola Covid-19 se le fue de las manos a Vizcarra. Abandonó a los peruanos de manera miserable. Fallecieron más de 100,000 compatriotas. Pero ya con Sagasti vino la segunda ola. ¡Ocurrió lo mismo! Ebrio de poder llegó a la presidencia de la República -su ansiado sueño- y alentó las manifestaciones oponiéndose a la vacancia del corrupto Vizcarra. Además, debilitó las restricciones ciudadanas por Navidad y Año Nuevo. ¡Y llegó la segunda ola Covid, sin que Sagasti comprase oxígeno, camas UCI, respiradores, etc.! Hoy mueren cada día al menos mil peruanos. Sagasti y Vizcarra evidentemente son coautores de un genocidio.