“Vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”

Queridos hermanos, estamos ante el Domingo VII de Pascua, en este día, la Iglesia Universal celebra la Ascensión del Señor.

La primera lectura es de los Hechos de los Apóstoles y nos dice: “Escribo de lo que he visto, de lo que he experimentado movido por el Espíritu Santo. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”. Esta Palabra nos invita a que dejemos que el Espíritu de Dios habite en nuestros corazones, es un signo del bautismo, porque somos el pueblo testigo de la Resurrección de Cristo. Jesús asciende al cielo para darnos su Espíritu y seguir con su obra, por eso la Iglesia lleva la misión de Jesús, en medio de las debilidades y pecados del mundo.

Respondemos a esta lectura con el Salmo responsorial 46: “Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad”. Jesús bajó hasta lo más íntimo y profundo del hombre, hasta los infiernos, para así otorgarnos la vida eterna. Dios nos conoce, por eso, no nos escandalicemos de los sentimientos que experimentamos puestos por Dios, para darnos cuenta de quiénes somos y cuál es su poder sobre el hombre.

La segunda lectura es de la carta de san Pablo a los Efesios: “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro”. Un cristiano es un santo porque habita en él la gracia de Dios y el Espíritu Santo. Invoca el nombre del Señor y experimentarás su salvación. Dios está en ti, te ama y te da las fuerzas para hacer lo que te resulta imposible.

San Lucas nos presenta; “Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto”. Esta es la gran garantía que da la Iglesia a los discípulos y apóstoles cuando van a predicar. Y experimentaremos que Dios es más fuerte que nuestros pecados. Pondrá paz, quitará el mal que hay en el corazón del hombre y hablará una lengua nueva, la lengua del amor. Si bebe un veneno, no le hará daño. Ese veneno es el pecado, del demonio de la carne pero no nos hará daño, porque el Señor estará con nosotros. Estas son las señales que Dios da a los discípulos para que el mundo crea que Dios está vivo y tiene un poder en medio del mundo. Esta es la iglesia de Jesucristo.

Que este Espíritu Santo que habita en el hombre y en los Sacramentos, esté con todos ustedes.