Vuela alto, Alberto Fujimori, y disfruta tu libertad
Hace una semana falleció el presidente Alberto Fujimori, fundador del movimiento político más importante del Perú. La vida de Fujimori, en los últimos 34 años, ha transcurrido entre pasiones, amores y odios.
Fujimori, siendo un gran matemático, no pudo calcular ni proyectar, en 1990, la trascendencia de su gobierno.
En Perú existe un antes y un después de Fujimori. En su década de gobierno enfrentó con firmeza la subversión y la derrotó. Ordenó nuestra economía con una nueva Constitución. Privatizó las empresas públicas deficitarias. Atrajo la inversión que generó empleo y bienestar. Implementó programas sociales eficaces. Disminuyó significativamente la pobreza y la anemia. Impulsó la infraestructura educativa y de salud en los lugares más alejados. La paz con Ecuador le permitió concentrarse en el frente interno para modernizar nuestro país y llevarlo hacia adelante.
Lamentablemente, la forma en que terminó su mandato fue aprovechada por sus adversarios políticos, quienes, con mezquindad, escribieron la historia borrando todo lo bueno que logró en su gobierno. Desde las aulas, distorsionando la realidad, adoctrinaron a nuestros hijos, quienes crecieron engañados considerando a Fujimori responsable de todo lo malo que pasó en nuestro país.
Su fallecimiento deja frustrado al antifujimorismo que, hasta días antes de su deceso, aun conociendo la gravedad de su enfermedad, persistía con crueldad en volverlo a llevar a prisión. Ha sido deplorable que estos miserables odiadores se burlen, en la hora de su muerte, del dolor de la familia.
Felizmente, el odio ha sido avasallado por la multitudinaria asistencia de decenas de miles de personas que, agradecidos, fueron a despedirse del presidente Fujimori. También la prensa y políticos de diferentes tendencias, sincerándose, han resaltado los logros de Fujimori y su contribución para hacer viable y posible el país en el que ahora vivimos.
Si quisiéramos comenzar a mirar hacia el futuro, será necesario una profunda reflexión, impulsando consensos, para terminar con los odios y desencuentros. Fujimori falleció en libertad, evitándose así la confrontación, rencores y resentimientos, dejando abierta una ventana para propiciar el diálogo.
El fujimorismo se fortalecerá trabajando unido y con humildad, tendiendo puentes de entendimiento que le permitan construir sobre el inmenso legado de Alberto Fujimori.
Keiko Fujimori, en la despedida a su padre, resume bien lo que sentimos los fujimoristas: “Eres libre del odio y la venganza. Eres libre de esas personas que nunca te perdonaron que nos rescataras del hambre y el terror. Eres libre para que vuelvas a volar a todos esos pueblos lejanos que tanto amaste. Trataron de borrar tu obra, borraron tu nombre de la Constitución, pero jamás pudieron borrar el amor de este pueblo que se mantiene en el corazón de millones de peruanos. Vuela alto, Alberto Fujimori, y disfruta tu libertad”.
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