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¿Y ahora, qué nos espera?

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Fecha Publicación: 11/10/2025 - 22:10
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Ahora cualquiera puede ser presidente. A esto hemos llegado: al envilecimiento de la institución más importante en la organización del Estado. La más alta magistratura de la Nación, a la que debieran aspirar los hombres y mujeres más egregios en el pináculo de sus carreras políticas, el cargo que alguna vez ejerció Ramón Castilla o Belaúnde Terry, ahora es ocupado por Pedro Castillo o José Jerí.
Pero, ¿quiénes son los culpables? Porque, si bien esta vacancia es la crónica de una muerte anunciada, debió hacerse efectiva mucho antes, y no recién ahora, cuando faltan solo nueve meses y se viene un desastre con el nombramiento de un impresentable como José Jerí como presidente de la República.
La gente no es cojuda y está muy atenta a todo lo que está pasando, y seguramente lo tendrá presente en las próximas elecciones, y entonces hará sentir su voz y su castigo con su voto, como corresponde.
Ahora, la verdadera pregunta es: ¿resolverá esto la creciente ola de inseguridad que azota al país? Porque nadie le pide a Jerí que mejore la tasa de crecimiento o la tasa de empleo en estos diez meses, no solo porque no tiene la capacidad, sino porque no hay tiempo, pero al menos debe concentrarse en el problema de la seguridad.
La violencia en el Perú ya no distingue rostros ni escenarios. Hoy, salir a la calle es un riesgo. Trabajar es un riesgo. Subirse a un escenario y cantar… también puede costarte la vida.
El atentado contra Agua Marina en Chorrillos, a cargo de dos sicarios que abrieron fuego en pleno escenario, es solo una muestra de cómo la violencia ha llegado a todos los rincones. Y este no es un hecho aislado. Cada día, los titulares nos recuerdan que nadie está a salvo: comerciantes extorsionados, familias aterrorizadas y barrios enteros bajo el control de la delincuencia.
Empresarios, comerciantes, transportistas, emprendedores y ahora hasta artistas están en la mira de mafias que operan con total impunidad. El sicariato y la extorsión se han convertido en una industria. La pregunta es: ¿quién la está deteniendo?
¿Cuántos más tienen que morir para que el Estado reaccione? ¿Cuánta sangre más tiene que derramarse? El gobierno insiste en sus esfuerzos, pero la delincuencia avanza más rápido. La pregunta que queda es: ¿tiene Jerí la capacidad y la voluntad política para enfrentar este desborde delincuencial? Al menos controlarla y, en estos nueve meses, sentar las bases para que el próximo gobierno pueda enfrentarla frontalmente.
Primero fue Russo. Hoy, Agua Marina. Mañana, puede ser cualquiera de nosotros. Este país no puede seguir de rodillas ante la delincuencia. O reaccionamos ahora, o nos condenamos a vivir con miedo.
Agua Marina denunció amenazas y nadie hizo nada. Hoy hay músicos baleados y familias destrozadas. En la “política de seguridad” de Dina Boluarte solo quedará para el recuerdo su teleprónter caído, el paporreteo de medidas que ni conoce, la visita-show al Frontón con sus ministros sobones, la protección al prófugo Cerrón y los audios para sus engreídos en la Policía. Mientras tanto, el Perú sigue desangrándose en silencio. Veamos qué nos espera en estos nueve meses. No soy muy optimista.

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