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¿Y ahora qué?

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Fecha Publicación: 20/07/2020 - 21:30
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El martes 24 de marzo último en mi artículo “Me quedo en casa, sí, pero….”, advertí sobre la necesidad de señalar, sin medias tintas, la inexcusable ineficiencia que venía demostrando el gobierno de M. Vizcarra frente a la grave amenaza derivada de la pandemia del Covid-19.

Señalé claramente que no era justo permanecer indiferentes ante los errores aunque ello resultara incomprendido por incluso gente de recta conducta y juicio, que estimaban que no era momento de “criticar”, sino de “sumar”.

Hoy, cumplidos cuatro meses de la declaratoria de emergencia nacional, de impuestas drásticas limitaciones al actuar de las peruanos, en su vida personal, familiar y emprendedora; de gastados –sin control previo ni concurrente alguno, al menos eficiente- más de 30 mil millones de soles del ahorro nacional; con una cifra de fallecidos oficial cercana a 14 mil pero que analistas estiman por lo menos en el doble; perdidos casi tres millones de empleos y anunciada la caída de mínimo 12% del PBI; resulta más que pertinente recordar lo que dijimos a fines de marzo: “… quien busca y logra un cargo público de poder, y es además bien remunerado por ello, está obligado a ser eficiente y aceptar ser exigido en el cumplimiento de sus deberes funcionales, más aún si estos consisten en manejar el dinero del Estado y tener a cargo la dirección y gestión de los servicios públicos, sobre todo en momentos de crisis…”

Es doloroso dar detalles del desastre en que se ha convertido una amenaza sanitaria, sin duda extremadamente peligrosa.

Más doloroso sería, sin embargo, ocultar que el desastre se debe sobre todo a la incapacidad e ineficiencia del gobierno, que en lugar de convocar a los mejores especialistas (que los tiene el Perú) convocó a improvisados de escritorio ávidos de obtener figuración y prebendas y quiso incluso vendernos la imagen de un presidente salvador o “presidente para las crisis”.

Como persona que, al igual que la gran mayoría de peruanos, ha perdido un familiar directo y/o entrañables amigos a consecuencia del Covid-19, no solo reconozco la necesidad de que cada quien actúe con responsabilidad en cuanto le concierne y cumpla con las recomendaciones formuladas por especialistas de todo el mundo, sino también estimo que mal haríamos en soportar silenciosos las idas y venidas de parte del Poder Ejecutivo.

Es nuestro deber exigir que se proteja el futuro del país y que los ineficientes de ayer no sean hoy ni mañana reemplazados por simples cortesanos henchidos de cuentas pendientes.