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Like y dopamina

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Fecha Publicación: 01/04/2019 - 21:10
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Son cuatro los químicos de nuestro cerebro que producen felicidad: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina. Un abrazo estimula la liberación de dopamina. Varios likes en Facebook generan un efecto similar, así que Zuckerberg no tuvo que ingeniárselas para crear un vicio, especialmente para aquellos que tienen una autoestima baja y que dependen de la aprobación de los demás.

Algunos exhibirán su ingenio, otros su patrimonio o a su belleza. Los selfies no son narcisismo. Narciso se contemplaba a sí mismo. El que se fotografía quiere ser visto y, más aún, quiere ser aprobado. Muchos se hacen adictos al like y perciben fosos cuando descubren que no los hay o cuando pierden amigos o cuando son bloqueados o cuando sus seguidores vuelan a otras rutas. La dependencia se debe a la naturaleza misma de Facebook, una vidriera de lo mejor que podemos mostrar, una donde fracasar es un golpe al ego.

Desde luego, hay otros tipos de usuarios, los que ven en Facebook una oportunidad para distraerse, para reencontrarse con personajes del pasado. Para esta red no existe el tiempo ni el espacio. La comunicación reengancha a los viejos amigos que se creía ya perdidos y nos genera la sensación de que quienes viajaron a Europa no se fueron. París, Milán, siempre están en el computador, como la presencia de los amigos que volaron sin volar.

Redes como estas pueden ser también una trampa, las viejas fotos permanecen inmóviles y nos eternizan, pero nosotros no somos los mismos, nadie lo es. No somos Dorian Gray. Las redes pueden ser también el cruce para malos encuentros, desencuentros, intolerancia subida de tono, sensibilidad a flor de piel, peleas que no se darían cara a cara y bloqueos que fungen de derrumbes de la amistad.

Con el tiempo perder amigos, tener cero likes, no lograr con una gran frase lo que otro sí logra con una necedad, nos lleva a restarle valor al uso, que es lo mejor que puede hacer quien tiene la autoestima al ras. Quien tiene la autoestima en alza salta el “visto” y franquea todo lo demás. Facebook, como el régimen de Stalin, permite borrar de la foto a los amigos que no gustan o a quienes la hicieron mal. Cada uno es libre, un carácter sólido lo toma ligero,  otro como una feria de la vanidad en la que la imagen como uno mismo se puede vender o fenecer.