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¿Y los gobiernos locales, qué?

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Fecha Publicación: 05/01/2024 - 21:50
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Las encuestas suelen recoger calificaciones acerca de la performance del gobierno central. Los últimos resultados no lo han dejado bien parado. No podía ser de otra manera, pues el actual es continuidad de la errática y controvertida gestión del anterior presidente. Es verdad que los poderes del estado gravitan e impactan, con sus aciertos y yerros, en todo el territorio nacional, de allí que su exposición en los medios sea intensa y constante. Así las cosas, el ciudadano de a pie endilga lo bueno o lo malo que le pueda suceder, al gobierno central.

La familia y el conjunto de familias congregadas en barrios, vecindades o pueblos, despliegan su biografía en el “mundo de la vida” (Husserl) el cual hace referencia a los recursos de base, contextos y dimensiones de la acción social que hacen posible a los actores cooperar dentro de las bases de un mutuo entendimiento: sistemas culturales con significados compartidos, normas institucionales que estabilizan patrones de acción y estructuras de personalidad adquiridas en la familia, iglesia, vecindario y escuela. Es la cotidianeidad, “el día a día”, que se arraiga en el estar y habitar en un lugar, en el cual las relaciones interpersonales son frecuentes y las tareas de cuidado, de acogida, de alimentación y de aseo a las personas, repetitivas. El mundo de la vida, más que intervencionismos y controles, requiere que desde afuera se le brinden espacios, medios y oportunidades para su natural despliegue y consolidación. En este sentido, se comprende la importante función de los gobiernos locales, lo suyo es la proximidad subsidiaria para velar por la promoción del mundo de la vida de las familias.

Con la competencia de los votos para ser investidos alcaldes, la efervescente influencia de las ideologías y la excesiva autonomía concedida por ley; las municipalidades se distanciaron de sus vecinos y perdieron su condición de promotores del bienestar vecinal. La promesa obliga: es un ofrecimiento en firme, tanto que el otro la incluye como “protagonista” en sus planes y proyectos. En cambio, la promesa populista puede sonar bien, pero no resiste el paso del tiempo, su magra consistencia radica en los intereses subalternos de quien la formula y pregona.

Hoy en día, la carrera en pos del sillón municipal se puede comparar con una de relevos, en la que el equipo debe arribar a la meta con el testigo en mano. ¿Qué testigos –agenda– tiene comprometidos el presunto alcalde antes de iniciar su mandato? ¿Acuerdos bajo la mesa? ¿Promesas inviables? ¿Pactos de mutuo beneficio? ¿Proyectos aprobados pero suspendidos? ¿Obras de poco impacto en curso? Por el contrario, ¿tendrá la voluntad de inaugurar parques para los niños y jóvenes? ¿Promoverá bibliotecas para todo público? ¿Los procedimientos administrativos serán atendidos con celeridad? ¿Dará prioridad al aseo y ornato de las calles y a la seguridad ciudadana? Todas estas tareas son responsabilidad de la comuna que bien haría en asumirlas con más eficiencia, para que –como férreo escudo– los efectos de la incompetencia del gobierno central no lesionen gravemente el mundo de la vida de los vecinos.

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