¿Y si nos unimos más y nos odiamos menos?
La exacerbación del odio, por parte del Gobierno, es también un plagio de la estrategia plurinacional que emplean los países que promueven la lucha de clases y el enfrentamiento entre los que tienen y los que no tienen. Hacerlo es restregar perversamente heridas abiertas sin considerar la oportunidad de unos o la frustración de otros que, afectados por lo que dejaron de hacer los gobiernos de turno, no han podido hasta ahora mejorar sus condiciones de vida.
Desde hace meses vivimos expuestos a una permanente confrontación. El Gobierno se victimiza, mañana, tarde y noche, como mecanismo de defensa para tratar de esconder la paranoia e inseguridad que le producen las críticas que recibe por su mala gestión e ineptitud para solucionar los grandes problemas del país. Lo peor es que sus seguidores todavía le creen y están convencidos de que todo lo malo que la prensa expone a diario es parte de una campaña que la oposición ha puesto en marcha para desestabilizar al Gobierno.
En las últimas dos décadas la izquierda caviar ha compartido el poder y ha sido el gran aliado de Toledo, Humala, PPK, Vizcarra y Sagasti, a quienes ha respaldado y con sus trapacerías ha sido el gran promotor del odio. Nuestros niños y jóvenes han crecido odiando. En los colegios y universidades la verdad sobre la subversión fue ocultada y distorsionada. Lamentablemente la historia la escribieron los derrotados y la enseñaron los fracasados que, infiltrados en la educación, aún con sangre en el ojo, siguen buscando venganza culpando al fujimorismo de todo lo malo que pasa en nuestro país.
El inconmensurable odio caviar contra Alberto Fujimori, a quien quieren ver morir en prisión, sumado a nuestra maldita actitud de votar siempre en contra de alguien, han hecho posible que Pedro Castillo gobierne y aún se mantenga en el poder. Hoy, miles de sus arrepentidos electores, comprueban que han sido los más perjudicados por la ineptitud de un gobierno que con engaños los pone al borde del abismo. No podemos seguir siendo tolerantes y permisivos con la prepotencia que nos quieren imponer una nueva Constitución que sería el empujoncito final para caer al vacío.
Todo esto nos debería llevar a la reflexión para reevaluar nuestra postura y unirnos, dejando de lado la actitud “anti” que muchos aún llevan dentro, para enfrentar y superar esta crisis que nosotros mismos hemos generado.
No podemos seguir creyendo que “el tiempo lo cura todo” porque esto no aplica con un gobierno que, sin voluntad para conciliar, está en campaña exacerbando el odio, la confrontación y el enfrentamiento.
¡Despierta peruano! El odio caviar ha quedado al descubierto. ¿Seguiremos enfrentados? ¿Permitiremos que nos sigan manipulando? ¿Y si nos proponemos odiarnos un poquito menos?
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