Ya basta, señor Castillo
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Entiéndalo, señor Pedro Castillo. Fruto de su ineptitud sufren 32 millones de peruanos y continúa aniquilándose lo que queda de aquello que fue el Perú próspero de comienzo del milenio. Usted políticamente ha sido ya vacado por el pueblo, debido a su auto declarada incompetencia para gobernar el país y por su tozudez en meternos una nueva constitución, según el plan bolchevique cubano. Pero dejó en absoluto abandono la gestión que está obligado a cumplir como mandatario, planificando la marcha del país después de dos gestiones infames –la del miserable Vizcarra y la del huachafo Sagasti- sumado a aquello un muy complicado escenario internacional. Pero no fue así, usted privilegió destruir lo que encontró para inaugurar un régimen semejante al de Venezuela; adonde el gobierno comunista no tiene fecha de salida y la población se debate entre la más absoluta desesperación, gran desorden y apabullante miseria.
Entiéndalo bien, señor Castillo. Usted ya no puede, ni debe –y probablemente ahora ni quiera- ser presidente del Perú. Usted ya le ha producido un perjuicio irreparable a las futuras generaciones, causándole un problema descomunal al país tras instituir el odio de clases y, consecuentemente, la polarización social y la pendencia ciudadana como sistema de gobierno. Simultáneamente ha abandonado un manejo prudente, eficaz de la economía del Estado, establecida a partir de los impuestos que paga el ciudadano.
Todo indica que usted adrede ha desatendido la estabilidad de todos los sectores que sostienen la marcha de la nación, siguiendo la estrategia del marxismo de agudizar las contradicciones (la diferencia entre clases sociales) como excusa para generar mayor tensión y malestar entre la población, y plantear la asamblea constituyente. Como hizo Chávez en Venezuela. a manera de solución celestial a todos los males del país. Pero usted sabe -porque es marxista- que esto es apenas una metodología perversa para inducir al pueblo a caer en la trampa comunista de instaurar un régimen totalitario, en el que no hay libertades individuales, económicas, sindicales, empresariales, etc., y donde Estado se vuelve el patrón abusivo que hace y deshace de la vida de la gente.
Deje ya de esconderse tras una burbuja infranqueable blindada por policías pagados por un pueblo que, adonde usted vaya, le grita ¡Fuera Castillo! Despierte del sueño de opio que le vendieron los cerrones, bermejos, bellidos y los demás antisistema que lo encumbraron como títere suyo, para ejecutar el plan maestro del Foro de Sao Paulo.
El Perú ya no resiste un día más con usted como jefe de Estado. Su auto reconocida incapacidad para gobernar, sumada a su mendacidad; y los indicios de corrupción que ha dejado retratados en pocos meses como mandatario, coronados por abusos que usted ha cometido –y sigue perpetrándolos- amparado en su condición de presidente de la República, han llegado a su fin, señor Castillo. ¡El Perú le ha dicho basta! Incluso amparados por la Constitución, los ciudadanos de Lima desobedecieron ese ucase por el cual usted les obligó a encerrarse. ¡Renuncie, Castillo!
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