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«Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré»

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Fecha Publicación: 15/06/2024 - 20:10
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Queridos hermanos, estamos ante el domingo XI del tiempo ordinario. ¿Qué dice la palabra hoy? La primera lectura del profeta Ezequiel nos dice que Dios arranca una rama de un alto cedro y la planta en la cima de un monte elevado. Esta rama es el Mesías, que crecerá y se convertirá en un cedro noble y altísimo. La palabra nos dice que Dios humillará a los árboles altos y ensalzará a los árboles humildes. Está anunciando cómo vendrá el Mesías: en humildad, sirviendo a los demás y humillándose para salvar al hombre. Esta es la verdad: no viene con prepotencia ni violencia, sino con humildad.
Por eso, respondemos con el Salmo 91: “Es bueno dar gracias al Señor, porque el justo crecerá como una palmera y se alzará como el cedro del Líbano”. Un cedro que es impresionante. Así viene el Mesías, así viene el Salvador del mundo, que en la vejez seguirá dando fruto, estará lozano y frondoso, porque el Señor es justo. Jesús nos anuncia Dios en el Antiguo Testamento.
La segunda lectura, de la carta a los Corintios, nos dice que mientras vivimos en el cuerpo, caminamos guiados por la fe, sin ver todavía, pero tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo. Por eso, hermanos, estamos guiados por la fe. Y ojalá que el Señor nos ayude a poner en práctica esta palabra mientras vivimos en la carne.
El Evangelio de San Marcos nos dice que el Reino de Dios se parece a un hombre que siembra la semilla en la tierra. La semilla germina y crece. ¿Qué es esta semilla? Podemos tener universidades, escuelas, hospitales, muchas salas en una parroquia, pero si no tenemos el espíritu de humildad como el del Mesías, no tenemos nada. La autenticidad es lo que cuenta. El Señor permite que la Iglesia sea humillada para no evangelizar con prepotencia, sino con la esencia del Mesías, que es la humildad.
El Evangelio de San Marcos termina preguntando: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar?” Es como una semilla de mostaza, que es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, se convierte en el mayor de los arbustos, con ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar a su sombra. El cristianismo es pequeñez, humildad, humillación. El que era Dios se hizo pobre, considerando a otros superiores a Él.
Con muchas otras parábolas, Jesús exponía la Buena Noticia según lo que ellos podían entender, y no les hablaba sino en parábolas. Pero a sus discípulos les explicaba todo en privado. Pues bien, hermanos, aquí está el secreto del cristianismo. Vamos a pedirle al Señor, a través de esta palabra, que podamos ser humildes, que esta semilla pobre y pequeña, pero con un poder inmenso, nos aleje de tantos sufrimientos y nos permita responder a las necesidades del hombre de hoy.
Por eso, hermanos, que el Espíritu del Señor esté con todos vosotros. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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