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Yo elijo

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Fecha Publicación: 19/07/2021 - 22:00
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La moral existe porque hay libertad. La bondad no se alcanza con una pistola en la cabeza porque la moral es elección y donde no hay elección no hay virtud. La maldad se rige por lo mismo, no hay un ángel que detenga al hombre cuando dispara. Lo que hay es culpa o remordimiento.
¿Existe una ideología que se corresponda con la naturaleza humana? Sí, la que permite ser moral y, por tanto, elegir y ser libre. Sartre decía que estamos condenados a la libertad, pero también que el hombre es tan libre que hasta puede elegir hacer el mal. No es que “pueda” en términos legales o éticos; es responsable, responde por lo que hace. Si hiciste mal y te sorprenden, “solo agacha la cabeza” y sométete al castigo.
Nada más contrario al espíritu humano que el totalitarismo o la dureza de una dictadura, pero aún en democracia surge de un rigor irracional un sistema punitivo y fiscal que sanciona lo que antes no era sancionable. Así como puedes construir vínculos castradores con las personas, el Estado puede ser el peor castrador, solo que el Derecho penal expansivo es progresivo y cuando te percatas de todo lo prohibido te encuentras con un Código Penal que castiga por naderías. La libertad se pierde allí donde el poder erige un mundo altamente coercible, que torna al ciudadano en un personaje timorato. Incluso, la corrupción, la más deplorable, puede mover el sistema hacia el rigor absoluto y hacer de cualquier funcionario que firma un personaje tan patético como asustadizo.
La libertad y la discrecionalidad son condiciones naturales de lo humano, decidir cómo vestirse, qué decir, equivocarse, hacia dónde ir o qué proyecto de vida trazar es un derecho que colisiona con el poder, porque este crece con la debilidad de los ciudadanos; a más poder de la ciudadanía, menos poder queda para el gobernante. La libertad de elegir, como las mencionaban en sus campos Mill o Friedman, son tales porque preceden a la Constitución. Esta nos los crea, los reconoce, pero ¿qué tan libres somos? Una mayoría suicida puede imponer un régimen totalitario a una minoría o a la mitad de la población menos uno. La democracia no nos hace libres. Se puede ser más o menos libres también según la capacidad de elección material, que es la capacidad adquisitiva. La genuina libertad y el poder de cada uno es tarea de los gobiernos.

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