Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de ocho horas, terminando con los abusos y el trato de miseria que recibían los empleados. En la década de 1880, Karl Marx y Friederich Engels establecieron las bases del socialismo científico y el marxismo que fueron fundamentales para el inicio del movimiento obrero. Cinco trabajadores que participaron en las huelgas fueron condenados a la pena de muerte, convirtiéndose en los mártires del 1 de mayo.
El sábado, 1 de mayo de 1886, 200 mil trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200 mil obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro.