ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Fernando Rospigliosi

Imagen

Aunque la realidad muestra todos los días que la única alternativa viable para evitar que el Perú se hunda en un abismo insondable es la vacancia de Pedro Castillo y sus secuaces, la institución capacitada para desalojarlos del Gobierno, el Congreso, sigue paralizado porque algunas bancadas seducidas, engatusadas o compradas, no toman la decisión que puede salvar al país.

Ahora todo el coro caviar pretende convertir en héroe al inútil y servil Avelino Guillén, con sus graznidos amplificados hasta el infinito por la inmensa maquinaria mediática que controlan o influyen.

Ha sido una muy buena decisión del Congreso aprobar por insistencia la ley que el gobierno comunista de Pedro Castillo se negó a promulgar. Esa norma reitera lo que ya estaba definido en la Constitución vigente, pero que con los típicos subterfugios falsarios, todas las izquierdas pretendían burlar para convocar una asamblea constituyente que instaure una dictadura chavista en el Perú.

Aunque parezca increíble, a estas alturas todavía hay algunos ingenuos que creen que es posible que el gobierno de Pedro Castillo y los “dinámicos del centro” se transforme y se modere. Por eso se han sorprendido cuando el Ejecutivo ha observado la ley del Congreso que reitera que la modificación o cambio constitucional tiene que pasar necesariamente por el Parlamento.

El último libro de Daron Acemoglu y James Robinson, “El corredor estrecho”, no ha tenido tanta repercusión como el anterior, “¿Por qué fracasan los países?”, pero es igualmente interesante y sugerente.

Sin pausa, Sendero Luminoso (SL) sigue asaltando posiciones en el Estado peruano, sin que nadie haga nada para impedirlo. Muchos prefectos que ha designado el Ministerio del Interior tienen vinculaciones con SL.

El año finalizó de una manera que ha sido la habitual en los últimos meses: nuevas informaciones sobre la corrupción de funcionarios del Gobierno, más revelaciones respecto a la negativa de Pedro Castillo a responder sobre sus actos y sus intentos de ocultar sus oscuras andanzas, denuncias a Zoraida Ávalos por su inacción ante las transgresiones del poder, etc.

El pedido del procurador del Estado Daniel Soria para que se investigue por los delitos de patrocinio ilegal y tráfico de influencias a Pedro Castillo junto con su exsecretario Bruno Pacheco y la lobista Karelim López, es lo que corresponde.

Como a estas alturas ya resulta imposible defender a Pedro Castillo y sus secuaces, sus socios caviares han adoptado otro esquema de argumentación que se resume en lo siguiente: los críticos y adversarios democráticos de los comunistas en el poder son tan malos y antidemocráticos como ellos, así que no vale la pena darse el trabajo de desalojar a la gavilla que ha asaltado el gobierno porque su

¿Alguien en su sano juicio cree que el Perú puede soportar 4 años y siete meses más de corrupción, caos y desgobierno como los que se han vivido desde que Pedro Castillo se hizo del poder?

Algunos lo hacen por ignorancia pero otros adrede, para confundir. El término “incapacidad moral permanente” de la Constitución peruana se refiere simple y llanamente al juicio político que el Congreso puede hacerle al presidente de la república para, eventualmente, destituirlo. La interpretación depende única y exclusivamente de los parlamentarios que efectúan el juicio.

Las objeciones que se han hecho a la iniciativa de vacar a Pedro Castillo son inconsistentes y no responden al problema más importante: la manifiesta intención de los comunistas en el poder de acabar con la democracia e instaurar una dictadura chavista.

Las reyertas entre los comunistas que se han apoderado del gobierno son visibles y públicas, y contribuyen a empeorar el ambiente de inestabilidad e incertidumbre que según los expertos, entre ellos el presidente del BCR Julio Velarde, son los que golpean la posibilidad de recuperación económica.

La semana pasada los comunistas en el gobierno avanzaron un paso más en su objetivo más importante en esta etapa, el control de las Fuerzas Armadas. Ese es el asunto decisivo que les permitirá luego cerrar –legal o ilegalmente- el Congreso, convocar una asamblea constituyente e instaurar una dictadura chavista.

La presidenta del Consejo de Ministros (PCM) Mirtha Vásquez es una de las más descaradas farsantes que ha sufrido la política peruana en la historia reciente. Ella hizo su carrera fingiendo ser ambientalista, ecologista, en la ONG Grufides del ex cura Marco Arana, y así llegó al Congreso y luego a la PCM.

El Congreso está ahora nuevamente en un dilema de imposible solución. Aprobar el nuevo gabinete encabezado por la antiminera Mirtha Vásquez, que incluye a varios impresentables, o censurarlo y quemar una de sus dos opciones antes de su disolución.

Nunca el Perú en sus 200 años de historia había caído tan bajo.

Los votos que se estaban sumando para la censura de Maraví podían convertirse en votos para la vacancia de Pedro Castillo, le dice un informante a Fernando Vivas que, en su crónica sobre la salida de Guido Bellido e Íber Maraví, anota ese “comprensible miedo” como una de las razones que lo impulsaron a deshacerse de sus adictos. (“El Comercio”, 9/10/21).

PUBLICIDAD