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Luis Gonzales Posada

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El seis de junio será una fecha determinante en la historia del Perú, porque ese día decidiremos si nos gobierna el partido Perú Libre, representado por Pedro Castillo y Vladimir Cerrón, quienes en su ideario-programa se identifican con los dictadores Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Fidel Castro, Daniel Ortega y Evo Morales, destacando “el legado” de Stalin, sátrapa ruso responsable de millones de

Haya de la Torre combatió con firmeza el comunismo, frontalmente, sin ambigüedades, por convicción ideológica, para evitar que un régimen de ese cuño capture el poder y nos conduzca hacia la dictadura del partido único, la miseria económica y la pérdida de libertades.

En el foro organizado por el Instituto Interamericano para la Democracia, siete jefes de Estado y el secretario general de la OEA coincidieron en señalar que el Foro de Sao Paulo –hoy Grupo de Puebla– interviene abiertamente en los procesos electorales del hemisferio, apoyando con equipos políticos y amplios recursos económicos a los candidatos presidenciales o parlamentarios afines al Socialis

La posibilidad de que Pedro Castillo, político marxista-chavista, gane los comicios presidenciales del 6 de junio, ha hecho posible que partidos y personalidades distantes o confrontadas cierren filas y se unan solidariamente en defensa del Estado constitucional de derecho, del sistema democrático y de las libertades cívicas.

Recordemos el perfil político del exmandatario boliviano Evo Morales, identificado con el candidato Pedro Castillo, con quien dijo coincidir en su propuesta de convocar a una asamblea constituyente y nacionalizar la minería y los hidrocarburos.

A 24 horas de las elecciones, el pueblo irá a las urnas aturdido por contradictorias encuestas y desconcertado por insulsos debates presidenciales, en el marco de una campaña con pocas propuestas y muchos agravios.

El extraño formato del debate presidencial no permitió a los candidatos exponer sus ideas centrales –tenían un minuto para hacerlo– sobre cuatro temas seleccionados por el Jurado Nacional de Elecciones: pandemia, educación, seguridad y corrupción; y, además, no pudieron abordar otros asuntos de máxima importancia, como la política internacional que pondrían en ejecución a partir del 28 de julio

Pedro Castillo ha sido transparente al exponer su programa de gobierno. No se ha enmascarado, no se ha maquillado, como generalmente hacen los candidatos de izquierda, que ocultan sus verdaderos objetivos políticos para no atemorizar al electorado y obtener cobertura en medios de comunicación.

El 21 de enero, diecisiete candidatos presidenciales firmaron el Pacto Ético Electoral, comprometiéndose a “descartar cualquier tipo de violencia, agresión, acoso, insultos y ataques personales”, para crear “un clima transparente y pacífico” con miras a los comicios del 11 de abril.

Escribo sobre Luis Bedoya Reyes con el eco tierno y emotivo de su partida, después de 102 años de vida, camino a encontrarse con su esposa Laura de Vivanco y sus hijos Marisol, Luis y Roxana, que lo antecedieron en el viaje al infinito que todos emprenderemos.

Las cuatro semanas que faltan para las elecciones tendrán como eje del debate político la pandemia, la mortal y cataclísmica pandemia que terminó con la vida de 48 mil compatriotas, según cifras oficiales, o de 102 mil, de acuerdo al registro del Sistema Nacional de Defunciones, mientras un millón trescientos noventa mil resultaron infectadas; cifras altísimas, que ubican al Perú como la nación

Cuando el 2002 ejercía el cargo de legislador representante de la región Ica, solicité una reunión de urgencia con el ministro de Salud, doctor Fernando Carbone, para exponerle la catastrófica situación de los centros de salud del departamento que se encontraban con una infraestructura colapsada, desprovistos de equipos, ambulancias, medicinas, personal y con un presupuesto drásticamente reduci

Estas elecciones son atípicas no solo porque en cuatro años hemos tenido igual numero de presidentes y dos congresos, sino porque las instituciones que sustentan el Estado de derecho constitucional se encuentran debilitadas y desprestigiadas, en circunstancias que la pandemia continúa provocando muerte, pobreza y angustia.

Estas elecciones son atípicas, no solo porque en cuatro años hemos tenido igual número de presidentes y dos Congresos, sino también porque los ciudadanos irán a las urnas en circunstancias dramáticas, indignados y con temor, debido a que cien mil personas han fallecido por pandemia y 40 % de la población se encuentra infectada, mientras la economía registra la mayor caída del hemisferio (-13 %)

Vizcarra ha proyectado una despreciable conducta anética ocultando que se vacunó contra la covid-19 en octubre del 2020. Más allá de las implicancias penales que deberá confrontar, esa torva actuación ha puesto al descubierto su mitomanía, cinismo y desprecio a los más elementales principios morales que deben guiar la conducta cívica de un gobernante.

Para hacer frente a la pandemia resulta absolutamente indispensable disponer de una plataforma estadística confiable. Sin embargo, no la tenemos, porque las cifras difieren entre las propias instituciones del Estado, creando confusión o desconfianza en los ciudadanos, y afectando la puesta en marcha de una planificación sanitaria técnicamente sustentada.

El 28 de mayo del 2018 comenzó una larga pesadilla para el capitán de navío de la Armada venezolana, Luis de la Sotta Martínez, segundo comandante en la Bahía Turiambo, estado de Aragua, peruano de nacimiento y de padres también peruanos.

El presidente Biden tiene sobre sus hombros la pesada y tóxica carga heredada de la Administración Trump, especialmente en el aspecto sanitario, que registra un deplorable saldo de 403 mil muertos y 24 millones infectados de COVID-19.

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