Carlos Casas, exviceministro de Economía: “Urge diversificar atracción de inversiones y no apostar todo por China”
Exoneraciones y regalos fiscales ponen en jaque la estabilidad económica del Perú.
La Comisión de Economía del Congreso esta perforando las finanzas públicas Carlos Casas, ¿qué impacto tendrán los proyectos de Ley que vienen aprobando?
En la Comisión de Economía existen 32 proyectos que afectarían la recaudación. Entre ellos figuran la reducción del IGV para turismo, la deducción del impuesto a la renta por gastos en I+D, la eliminación de aranceles a equipos científicos, exoneraciones temporales del ISC por conflictos bélicos, la extensión del régimen amazónico a Cutervo y hasta incentivos a empresas en áreas naturales protegidas.
También se incluye la exoneración del IGV a la carne de cuy. Estas iniciativas, diversas y muchas veces ligadas a intereses particulares, reflejan un clima de campaña electoral y podrían multiplicarse con la nueva legislatura.
En este contexto, el rol de Fuerza Popular, que presidirá la Comisión, es clave. En un año preelectoral, podrían optar por ampliar exoneraciones y beneficios, aunque también cabe la posibilidad —menos probable— de que busquen proyectarse como defensores de la disciplina fiscal. La incertidumbre es alta.
Aquí una amplia entrevista con Carlos Casas, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico y exviceministro de Economía.
¿Por las exoneraciones?
Sí. Lo preocupante es que, en lugar de eliminar exoneraciones para fortalecer el sistema tributario, se siguen creando nuevas. Esto sienta un mal precedente, pues el Congreso termina escogiendo “ganadores” en vez de asegurar igualdad de condiciones. Además, estas medidas incentivan la presión de distintos grupos por privilegios y se combinan con el aumento sostenido del gasto público, sobre todo en sueldos y salarios. Aunque la inversión pública también crece, no está claro si realmente beneficia a la población ni si impulsa el PBI.
Más eficiente….
Exacto, el punto central es la eficiencia de la inversión pública. Muchas veces se la concibe únicamente como un motor de crecimiento económico: se asume que, si el Estado gasta más, automáticamente el PBI crecerá. Y claro, en el corto plazo, cualquier incremento del gasto público empuja la cifra de crecimiento. Pero esa no es, ni debería ser, la finalidad de la inversión pública.
La verdadera lógica es otra: la inversión pública debe entenderse como un mecanismo para ampliar la capacidad productiva del país, generando infraestructura de calidad que mejore la vida de los ciudadanos.
¿La inversión se focaliza por temas políticos antes que sociales?
La focalización de la inversión pública suele responder más a criterios políticos que sociales, priorizando las zonas donde hay más votos. El resultado es una inversión totalmente ineficiente.
Hemos pasado de depender de Estados Unidos a depender de China. La gran pregunta es: ¿qué estrategias deberían aplicarse para diversificar y sumar más socios comerciales?
Actualmente se avanza en un TLC con Indonesia, una economía de gran tamaño. También hay espacio para profundizar la relación con la Unión Europea, explorar con Australia y seguir desarrollando el vínculo con la India, que representa un mercado enorme. Pero no basta con firmar TLCs: eso es apenas abrir la puerta. Lo realmente importante es entrar a la “fiesta” y hacerse notar, promoviendo inversiones, identificando sectores atractivos y siendo más agresivos en la búsqueda de oportunidades.
El problema es que Estados Unidos no está jugando un papel activo en la región. Incluso antes de Trump, en varios foros los propios norteamericanos reconocían que Latinoamérica solo aparecía en su radar en dos dimensiones: drogas e inmigración ilegal. Esa mirada limitada ha dejado el espacio abierto para que China avance con fuerza. Hoy, el gigante asiático no solo es nuestro principal destino de exportaciones, también tiene presencia creciente en múltiples sectores estratégicos: energía, electricidad —con la compra de Luz del Sur—, infraestructura y hasta proyectos como un ferrocarril Brasil–Perú.
El riesgo es claro. China no es una democracia, no funciona con contrapesos. Cuando Ositrán intentó regular el puerto de Chancay, la respuesta fue: “A mí no me aplican tus reglas”. Es una lógica distinta y desafiante: detrás de cada empresa china está el Estado chino. Y aunque compiten entre sí porque unas responden a gobiernos provinciales y otras al central, el objetivo final es el mismo: asegurar materias primas y posiciones estratégicas. África ya fue el primer paso; ahora el turno es América Latina.
La estrategia debería ser diversificar. En economía y en finanzas, no se ponen todos los huevos en la misma canasta. El Perú necesita aprovechar sus TLCs, fortalecer ProInversión y asumir un rol más activo en inteligencia comercial. No basta con decir “tenemos estabilidad macroeconómica y baja deuda”: hay que identificar proyectos concretos, paquetizarlos y salir a venderlos, desde puertos y aeropuertos hasta proyectos mineros y energéticos.
El Estado no puede limitarse a firmar contratos y desentenderse en el “post venta” cuando aparecen – por ejemplo- los conflictos sociales, pues eso desincentiva la inversión y deja concesiones desiertas. Se necesita una estrategia clara de diversificación y atracción de capitales, con Cancillería y ProInversión trabajando juntos para no depender de un solo socio comercial e inversor.
Es como si estuviéramos perdiendo brillo….
Exacto. Por ejemplo, me comentaban que dos proyectos de saneamiento se declararon desiertos. ¿La razón? En las ferias internacionales otros países son mucho más agresivos: se acercan a los inversionistas, les muestran los incentivos disponibles y los invitan a llevar su tecnología para desarrollar nueva infraestructura. Y tienen un excelente post venta. En cambio, el Perú prácticamente no ofrecemos nada, sino más trámites.
Carlos Casas, ¿qué consecuencias tendría para el Perú superar el límite de 30% del PBI de deuda pública?
Empecemos diciendo que no es malo endeudarse. Lo malo, es no cumplir con las metas que nosotros solos trazamos. El Perú está a solo dos escalones de perder el grado de inversión. Si la deuda crece sin disciplina fiscal, se pierde credibilidad y los inversionistas exigirán mayores tasas, encareciendo créditos hipotecarios, de consumo y tarjetas. Hoy no hay ese peligro, pero si seguimos por ese camino en el mediano plazo podemos perder nuestro grado de inversión. Si sucede eso el riesgo alcanza también a las AFP, que tendrían que vender bonos soberanos al no poder mantenerlos sin grado de inversión, lo que reduciría los fondos de pensiones. Además, un mayor endeudamiento llevaría a un ajuste fiscal: subir impuestos es difícil en un país informal, por lo que la salida más probable sería recortar gasto público, afectando empleo e inversión en competitividad.
Inversión pública
Según el exministro Carlos Casas, la focalización de la inversión pública suele responder más a criterios políticos que sociales, priorizando las zonas donde hay más votos. “El resultado es una inversión totalmente ineficiente. Se avanza poco en muchos proyectos”, dijo.
Cifras reales
3.3 por ciento creció la economía peruana en el primer semestre del año respecto al 2024, según el último reporte del INEI.
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