Jorge López-Dóriga, director global de sostenibilidad del Grupo AJE, en entrevista con Expreso: “La apuesta por energías renovables da valor agregado”
Superfrutos amazónicos y alianzas con comunidades impulsan el crecimiento sostenible.
Hoy se habla mucho de descarbonización. Jorge López-Dóriga, ¿para una empresa como Grupo AJE es un costo adicional o puede convertirse en una línea de negocio rentable?
El tema de la descarbonización es un negocio. No es un gasto, es una oportunidad de generar beneficios para la empresa. Primero, porque nos hace más eficientes: si produzco lo mismo emitiendo 30 % menos de carbono, significa que uso 30 % menos de energía. Y como la energía es uno de los costos más altos de cualquier operación, el ahorro es directo.
Además, menos emisiones significan más eficiencia productiva. En el caso de Grupo AJE solo un 4 % de nuestra huella de carbono corresponde al consumo directo de energía (Scope II). El grueso viene de la cadena de suministro (Scope III). Por eso, reducir emisiones implica también trabajar con nuestros proveedores para asegurar trazabilidad y sostenibilidad.
La descarbonización es también una respuesta a la crisis energética global. Hoy Europa enfrenta precios históricos de la energía y en América Latina ya se ven fricciones. En Ecuador, por ejemplo, no hay suficiente capacidad de generación para abastecerse. Y en el Perú, gran parte de la electricidad proviene de fuentes hídricas, pero si los glaciares retroceden, habrá crisis de agua y, por ende, de energía.
¿Es estratégico?
Descarbonizar es doblemente estratégico: reduce costos y protege a la empresa frente a crisis energéticas futuras. Por eso, para nosotros no se trata solo de cuánto consumimos, sino de qué fuentes usamos. Apostar por energías renovables –sol, viento, hidrógeno– no solo es más limpio, también agrega valor en mercados internacionales que exigen trazabilidad de sus proveedores.
Hay que entender que sostenibilidad sin rentabilidad no existe. Si un proyecto no es negocio, no es sostenible en el tiempo. Ese es el cambio de mentalidad: dejar de ver la descarbonización como un costo y asumirla como una inversión rentable y necesaria para el futuro de las empresas y del planeta.
Cuando optan por energías renovables o trabajan con proveedores que la usan, ¿la trazabilidad de esa energía y de los insumos se valora en el mercado?
Sí, es muy importante. En nuestro caso, solo el 4 % de la huella de carbono proviene de la energía que consumimos directamente, pero el resto está en la cadena de valor (Scope III), es decir, en los insumos que compramos. Por eso la trazabilidad es clave: necesitamos demostrar que nuestros insumos provienen de fuentes renovables y sostenibles.
En mercados internacionales esto ya no es un diferencial, es una exigencia. Cada vez más clientes valoran y exigen trazabilidad limpia. Además, productos como AMAYU, que producimos con superfrutos amazónicos, están ligados a ecosistemas muy sensibles, como el aguajal, que concentra el 40 % del carbono retenido del Perú. Si se deforesta, ese carbono se libera a la atmósfera. La trazabilidad nos permite demostrar que nuestros productos provienen de un modelo que protege el bosque en pie y que involucra a las comunidades como guardianes de esa riqueza natural.
En el caso peruano, ¿de dónde provienen las principales emisiones y cómo se vincula esto con los compromisos internacionales?
Más del 60 % de la huella de carbono del Perú no viene de la industria, porque no somos un país superindustrializado. Proviene de la deforestación y el cambio de uso de suelo. Si queremos cumplir los Acuerdos de París, debemos frenar la deforestación en la selva. Un ejemplo crítico es el aguajal, que representa solo el 4 % del territorio peruano pero concentra el 40% del carbono retenido del país. Si se deforesta, se liberarían hasta 11.5 billones de toneladas de CO2, lo que pondría en riesgo no solo el compromiso climático del Perú, sino del mundo entero.
Jorge López-Dóriga, ¿qué diferencia tiene la Amazonía peruana respecto a otros bosques del mundo?
La biodiversidad. En un bosque europeo o norteamericano puedes encontrar 10 o 15 especies de árboles. En la Amazonía hay más de 2.500 especies distintas. Además, hay más de 350 superfrutos identificados, de los cuales apenas usamos 4 o 5 hoy. El potencial económico y estratégico del Perú está en aprovechar esa biodiversidad de manera sostenible.
¿Cómo convierten este activo natural en un negocio?
Convenciendo al mundo de que el “oro verde” —el bosque en pie— vale más que el oro amarillo o el oro negro. Lo hacemos a través de productos como el camu camu, el aguaje o el aguaymanto, que tienen propiedades nutricionales excepcionales y son únicos de la Amazonía. Así generamos ingresos para las comunidades, que a su vez se convierten en guardianes del bosque, creando una frontera natural contra la deforestación. Eso es lo que nosotros llamamos la Revolución Natural.
Trabajar con comunidades suele considerarse complicado. ¿Cómo lo han logrado?
Es cierto que muchas empresas evitan involucrarse con comunidades por temor a la complejidad. Pero el 80 % de los bosques del mundo existen gracias a las comunidades que los habitan y gestionan. Con AMAYU trabajamos directamente con comunidades amazónicas desde 2015. Firmamos acuerdos con cada una, con planes de manejo, para comprarles los frutos que recolectan. Son nuestros socios en la cadena de valor y, al empoderarlos, se convierten en los verdaderos guardianes del bosque. Hoy trabajamos con más de 24 comunidades y 500 familias, protegiendo alrededor de 150 000 hectáreas de bosques amazónicos. Nuestra visión es crecer: si duplicamos ventas, duplicaremos también comunidades y hectáreas protegidas.
¿Qué significa esto en términos de expansión y mercados?
El Perú es un país con más de 350 superfrutos identificados, de los cuales apenas usamos 4 o 5. El potencial es enorme. El aguajal por sí solo cubre 5 millones de hectáreas con 500 palmeras por hectárea. Ya estamos exportando a España, Estados Unidos y varios países de Latinoamérica. Cuanto más vendamos, más comunidades se beneficiarán y más hectáreas quedarán bajo protección. Es un modelo donde el crecimiento económico va de la mano con la conservación.
Perfil
Jorge López-Dóriga es ejecutivo con experiencia global en cuatro continentes, especializado en comunicación, marketing y sostenibilidad aplicada a la transformación corporativa y al desarrollo de proyectos vinculados a la conservación ambiental.
Cifras reales
2500 especies de árboles distintas existen en el Perú. En un bosque europeo o de Estados Unidos solo existen 10 o 15.
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