Mudanzas forzadas por cambio climático
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En los últimos años ya no es extraño observar que diversos países enfrentan con regularidad desastres naturales que están impactando en la actividad humana y económica de muchas naciones. Según investigadores de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los resultados nos llevarían a cambiar la forma y el motivo de a dónde nos mudamos en el planeta.
La investigadora Dina Ionesco de la OIM, dedicada a estudiar los impactos entre migración y medio ambiente y clima, afirma que los desastres naturales impactan en la composición de las tierras dedicadas a la agricultura y la ganadería, así como eb los demás elementos naturales: aire, agua, desechos, entre otros. De allí que en el mundo la gente se siga mudando o desplazando debido a las consecuencias que dejan los desastres naturales que no solo generan pérdidas económicas, sino sociales, ya que moverse significa alejamiento de lo conocido y habitual.
El Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno indica que más de 17 millones de personas debieron salir de sus viviendas en el 2018 debido a la destrucción de su ambiente por terremotos, huracanes o lluvias. Junto a ello, el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés) indica que las inundaciones en el Perú desarraigaron a cerca de 300 mil ciudadanos de sus hogares en el 2018.
Ello incluye a los afectados por el Niño Costero y los siguientes episodios de lluvias y sequía. Los impactos del cambio climático sobre las condiciones de vida de las personas son un hecho real que impacta desde todo punto de vista: la gente se debe mudar porque ya no tiene los recursos necesarios cerca de sus casas, el agua es de mala calidad o simplemente ya no la tiene.
Existen esfuerzos para combatir estas migraciones forzadas en Colombia, Ecuador, Haití, México, Surinam y Uruguay. Por ejemplo, Ecuador alienta que el Estado promulgue políticas para gestionar movimientos humanos temporales o permanentes asociados a los efectos adversos del cambio climático. Haití, México, Surinam y Uruguay plantean la reubicación planificada como una estrategia de adaptación para enfrentar los desastres ambientales en zonas urbanas.
El Perú debería iniciar un trabajo conjunto entre las instituciones para alinear los marcos jurídicos nacionales con las directivas internacionales y garantizar que los instrumentos climáticos consideren la movilidad humana como una estrategia de adaptación y resiliencia. Además, se debería empezar a levantar información sobre los asentamientos humanos irregulares en zonas de riesgo y planificar el reforzamiento de riberas de los ríos, entre otros. Se esperaría así más prevención para evitar el sufrimiento de las poblaciones.