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100 en “La primera línea”

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Fecha Publicación: 21/06/2025 - 20:00
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Salvado por las raíces de una tradición que concibe al poema como una construcción que, lejos de aislarse: comunica; siempre concentré la atención en nuestros clásicos. Así, con Octavio Paz, Vicente Huidobro, Federico García Lorca, Rafael Alberti, César Moro, Oliverio Girondo, León de Greiff, César Dávila Andrade y Ernesto Cardenal, aprendí a caminar como quien se sujeta de sus lecturas para afirmar el hilo conductor que borda y fortalece el mapa escritural de Iberoamérica. Por eso, con la perspectiva que permite la distancia, me atreví a reunir la poesía de 87 poetas que durante los días de la pandemia nos confirmaron que la poesía es resistencia. Necesitaba un documento para afirmar nuestra tradición, para continuar con el proceso que nos entregó a Rubén Darío, José Martí, José Asunción Silva, Ernesto Noboa, José Santos Chocano, Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones, nuestros modernistas, porque ellos son los pilares que fortalecieron a Guillén, Vallejo, Neruda, Huidobro, Borges. Ese diálogo con nuestra tradición es lo que vinculó a los poetas que reuní en “La primera línea”, la antología de poesía iberoamericana que publiqué el 2021. Asistir y ser testigo de cómo aquellos a quienes leíamos desde nuestra juventud participaron en los recitales y se referían al oficio poético como la energía que mueve el mundo; verlos frente a sus pantallas, a toda hora entregándonos las más generosas lecciones de sabiduría y de nobleza, fue el mayor ejemplo para entender que el mundo y sus bibliotecas estaban allí, leyéndose en voz alta para sacudirnos del miedo y la tristeza. Entonces se sucedieron las imágenes de Vallejo conducido a la prisión, de Lorca frente a quienes lo fusilaron, de José Asunción Silva acariciando el tambor de la Smith & Wesson, de Roque Dalton cobardemente asesinado, de Dávila Andrade escribiendo “Espacio me has vencido”, de Borges iluminando desde su más absoluta oscuridad, de Pizarnik ingiriendo barbitúricos, las imágenes de Cuesta y de De Rokha en un flashback terrible en el que, increíblemente, luego de su vértigo, la poesía aparecía como un caudal de fuego posándose sobre la frágil piel de una mariposa que, al batir sus alas, escribía para que nunca la olvidemos. Ése fue el mensaje: permanecer, retornar a lo más íntimo para asumir el compromiso de entregar lo que por mandato pertenece a todos: la voz como un himno marcial en un escenario de guerra. La libertad de decir para que nadie rompa lo construido durante siglos por el lenguaje poético porque un poeta es el universo afirmándose, de allí esa cualidad para sentir por todos y estar atento a lo que pasa. Por eso cuando dice “agua” siente como si se tratara del río que baja por las montañas y cruza laderas para tocar el mar; por eso cuando se enciende, en sus labios palpita el fuego y, con el fuego, el vapor que marca a quien le habla. Todos los elementos se pronuncian con el poeta porque el poeta es todos los elementos. “La primera línea” reunió 87 propuestas, ahora son cien. Pronto circulará en librerías y bibliotecas.

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