Abuso y populismo del Congreso
Hace unos días el presidente del Consejo de Ministros, anunció que el Poder Ejecutivo presentará ante el Tribunal Constitucional un “paquete de acciones de inconstitucionalidad” contra leyes aprobadas por el Congreso por ir contra la Constitución, la caja fiscal o el presupuesto. La razón básica para ello es que el Congreso estaría aprobando normas que contienen iniciativa de gasto, cuando la Constitución se lo prohíbe.
La gran mayoría de proyectos de ley que estudia el Parlamento, son enviados al Poder Ejecutivo con el objetivo de que éste emita opiniones técnicas y de viabilidad de las propuestas, pero un muchos casos estas opiniones no son tomadas en cuenta porque la Constitución establece que los informes que emite el Gobierno no son vinculantes para el Congreso.
Por otro lado, cuando el Congreso aprueba un proyecto de ley, de acuerdo a la Constitución, es enviado al Poder Ejecutivo para dos posibilidades; la primera es para que se promulgue y publique en el diario oficial del Estado; y la segunda razón es para que el Poder Ejecutivo “observe” el proyecto de ley aprobado por el Congreso, lo que significa que el Gobierno no está de acuerdo con lo aprobado por el Congreso y se lo devuelve dando razones técnicas, con el propósito de que el Congreso estudie nuevamente el proyecto de ley y subsane lo que ha aprobado. En esta parte el
Congreso puede decir lo siguiente: “no estoy de acuerdo con las observaciones del Poder Ejecutivo, así que promulgo el proyecto de ley usando la figura constitucional de la ‘insistencia’”, lo que en cristiano significa “me da igual tu opinión así que insisto en lo que aprobé y promulgo la ley”.
La figura de la insistencia es de uso frecuente en el actual Congreso, y sucede cuando el Congreso no es afín o es de oposición al Poder Ejecutivo. Cuando el Gobierno no tiene mayoría se dan estos casos de abuso del Congreso, generando un desequilibrio político. El presidente del Consejo de Ministros hace bien en ir al Tribunal Constitucional, porque algunas leyes aprobadas por insistencia por el Congreso generan gastos no previstos en el Presupuesto de la República.
Lo paradójico es que el Congreso no respeta lo que aprueba y promulga leyes sin tomar en cuenta los aspectos técnicos sustentados por el Gobierno, por el afán de mejorar su imagen y ganarse aplausos, usando el populismo puro y duro.
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