¡Alto al acoso en las universidades!
Como en cada inicio de año y en medio de un verano que ya empieza a elevar la temperatura se van dando inicio a los concursos de admisión a la carrera docente en las diversas universidades tanto de la capital como al interior del país. De un tiempo a esta parte las universidades, que para su funcionamiento dependen del Estado, buscan llevar a cabo sus procesos al amparo y guía de la nueva Ley Universitaria haciendo énfasis en el tema de la transparencia en la gestión que desempeñan.
En ese sentido y guardando relación con lo manifestado, considero que estos concursos son algo que debería ser del interés de todos nosotros, ya que lo que se está decidiendo en los mismos va más allá del hecho de saber quién gane o quién pierda, lo importante acá es ¿a quién se va a contratar con fondos públicos que son de todos los peruanos?, ya que estos concursos por nombramiento lo que permiten es que aquel que obtenga una plaza docente, la mantendrá por un período de tres años a expensas de nuestros impuestos. Por lo mismo es de gran importancia que sepamos si los profesionales que están participando en esta son idóneos para el cargo al que postulan o si son corruptos, mafiosos, terroristas, degenerados o con desórdenes mentales.
En aras de hacer bien las cosas y cada vez mejor, el siempre vigilante Centro de Estudiantes de la Escuela de Filosofía de la cuatricentenaria Universidad Nacional Mayor de San Marcos, sin hacer alto a su constante lucha por la defensa de la educación, hizo su tarea a tiempo detectando y al mismo tiempo rechazando de manera férrea a docentes que, teniendo acusaciones y denuncias por acoso sexual y tocamientos indebidos, tuvieron la osadía de presentarse a un concurso que debe estar reservado para docentes probos y de intachable trayectoria, no solo académica sino también moral. De ahí que la consigna es y será: “Profesores acosadores fuera de Letras”.
No es la primera vez que se habla de tocamientos indebidos a las estudiantes, manoseos descarados en exámenes “especiales” a puerta cerrada, miradas sostenidas llenas de calentura a las partes íntimas, insinuaciones durante las clases ya sea con palabras subidas de tono y sobre todo cargadas de morbosidad por parte de profesores cobardes que deberían centrarse en enseñar las materias que conocen y dominan y no generar situaciones personales en la universidad que es un centro del saber y no del placer, algo que, en buena parte, tanto estudiantes como docentes no tienen bien en claro y han ido normalizando, o peor aún, permitiendo una serie de actos que no solo atentan contra la moral sino además contra la vida y la salud de las personas que se ven afectadas por este tipo de situaciones. Por eso no debemos cejar, no podemos aflojar y al unísono debemos plegarnos al rechazo y reclamar a una sola voz:
¡Fuera acosadores de nuestras aulas!
Willy Ramírez Chávarry
Ph.D. in Business Administration, Doctor en Derecho
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