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AMLO: «No soy un robot»

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Fecha Publicación: 27/05/2023 - 22:50
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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, AMLO para los amigos y enemigos, se encontraba en una actividad en Badiraguato, Sinaloa. De pronto una gran camioneta blanca como la cocaína, seguida por otras que la escoltaban, apareció en el lugar. Dentro una anciana bien trajeada no tuvo más que bajar la ventana para que AMLO bajase del vehículo oficial y corriera hacia ella, como si hubiese visto a la mera, mera, la mismísima María Félix, la Doña, las mujer más hermosa y elegante que vio México nacer, y conocida por tener el carácter de un pelotón de fusilamiento.

Pero no era la doña, sino una abnegada madre pueblerina que sacó adelante, educó y formó a uno de los hombres más famosos y multimillonarios de México: el narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, principal líder del Cártel de Sinaloa y actualmente preso en una cárcel de alta seguridad en los Estados Unidos.

Besito, manito, “sí ya recibí tu carta”, “no te preocupes”, más besitos y sonrisas con María Consuelo Loera, acompañada por uno de los abogados de su delincuente retoño. Todo quedó grabado en video y corrió como pólvora por las redes sociales hasta llegar a las pantallas de televisión del planeta entero. Y ¿qué dijo AMLO cuándo le increparon tanta familiaridad y cariño con la que parió al Chapo? “No soy un robot. Tengo sentimientos”. Eso dijo el subnormal que ahora, arrebatado porque el Congreso peruano lo ha declarado “persona non grata”, ha roto relaciones comerciales con nuestro país. Veremos cuánto le dura la pataleta (o lo duran) por olvidar la dependencia de México de “nuestro” gas de Camisea.

Está clarísimo que AMLO no es un robot, porque según el científico y escritor de ciencia ficción, Isaac Asimov, la primera ley de la robótica es “No causar daño a un ser humano ni por inacción permitir que un ser humano sufra daño”. Y bueno pues daño causará no a uno sino a muchos cuando no llegue el gas de Camisea a Mexicolandia, “¡tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, como dice una abuela pueblerina en la comedia satírica “¡Viva México!”.

No contento con tratar de defenderse diciendo que no es un robot, sostuvo que sus adversarios estaban “haciendo el escándalo” y pobrecita ella “estaba ahí y que quería saludarme. No ha visto (al Chapo) en cinco años y no quiere morir sin verlo; me pidió que gestione por razones humanitarias deberían permitirle viajar a Estados Unidos”. Ajá a esa vieja que disfruta los millones del narco y que es parte de la red familiar de lavado de la fortuna del malandro. Esos gestos son propios de la pax mafiosa que mantiene con los narcos, y que de pax nada tiene porque en México lindo siguen apareciendo cuerpos colgados en los puentes, cabezas encima de autos y así, tan normal que ya ni es noticia.

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