¡Ánimo!
Con el resultado de la primera vuelta de las Elecciones del pasado 11 de abril, hay muchísimos ciudadanos abatidos y desalentados, que creen que el Perú ha caído en una postración difícil de superar, olvidando la enseñanza del gran historiador Jorge Basadre Grohmann quien dijo: “El Perú es mucho más grande que sus problemas”.
Tenemos por delante una segunda vuelta y no habría motivo valedero alguno de que el antisistema que no es mayoría, vaya a vencer a quienes creemos en el destino democrático de nuestra patria, en sus enormes posibilidades de generar prosperidad y empleo, siendo un país de gran riqueza ictiológica, de agricultura y agroindustria en notable crecimiento, en su minería con tres ramales de los Andes nutridos de minerales metálicos y no metálicos, con tres maravillosas regiones naturales llenas de Historia, con monumentos arqueológicos y paisajes inimaginables para ser destinos turísticos, a lo que se agrega su insuperable gastronomía envidiada en el mundo.
¡Ánimo!, queridos amigos, no se dejen vencer por el derrotismo, tenemos que ganar esta batalla, pues las batallas se ganan enfrentando a los contendores de ideas y propuestas descabelladas. Las batallas no se ganan corriendo, huyendo ni menos arriando bandera, sino luchando, y para ello tenemos las armas de la razón, de la reflexión, de la búsqueda de consensos, pero sobre todo de la verdad.
La verdad nos enseña que los seguidores de una economía centralmente manejada desde el Estado, con la actividad privada disminuida, cuando no eliminada, con el derecho a la propiedad y al progreso eliminados, solo se logra más pobreza, más frustración y más desesperanza.
He escuchado por doquier a personas jóvenes, que recién están involucrándose en la vida económica del país, que desean buscar nuevos horizontes en otros lugares del universo. También he escuchado a personas bastante mayores decir que si tuviesen menos años se irían del Perú. No, amigos, de ningún modo, nada de derrotas sin haber luchado dando batalla, hay una segunda vuelta en que las ideas claras y las propuestas serias tienen que tener el éxito merecido.
Lo que sí tenemos que hacer es redoblar esfuerzos, para que quienes por hastío y estado emocional ante un Estado que lamentablemente no ha hecho lo suficiente para contentar y dar servicios esenciales a toda la población, lo haga. Hemos tenido un Estado elefantiásico en tamaño y diminuto en eficiencia, que en lugar de darle facilidades a la actividad privada para su desarrollo y que pueda ofertar puestos de trabajo suficientes, la ha agobiado con trámites y requisitos francamente kafkianos. Hay que solucionarlo.
A mayor abundamiento, el tratamiento de la pandemia que nos afecta ha sido calamitoso, salvo excepciones como la seguridad social, con un Estado incapaz de cubrir el déficit de las camas UCI, del oxígeno, y de los respiradores artificiales, sin olvidar el lastimoso intento de conseguir las vacunas en tiempos convenientes. Esto también generó seguramente el voto de protesta contra el sistema, pero olvidando que falló el Estado y no nuestro modelo constitucional y económico.
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