Asamblea de dictadores
Vizcarra ha invitado a los representantes de varias dictaduras en busca de soluciones para Venezuela, como si Cuba, China y Bolivia, los rusos y los turcos no fueran parte del drama venezolano.
El presidente de chiripa quiere respuestas de regímenes tiránicos, corruptos y violadores de derechos humanos, enemigos de las democracias occidentales. Para el internacionalista Francisco Tudela “con esta convocatoria, el vizcarrato muestra sus verdaderos colores y simpatías internacionales, las cuales nos despiertan a la deriva socialista y autoritaria del Perú”.
En octubre del año pasado el abogado y politólogo boliviano Carlos Sánchez Berzaín advirtió que “la presencia castrochavista en la política peruana no ha sido ni es menor por la naturaleza del país”. Las alarmas internas suenan. Vizcarra no respeta la separación de poderes, socava el sistema de partidos, desprestigia a las instituciones, espía a sus opositores, ha paralizado la economía y exige reformas contrarias a la Constitución.
El Tribunal Constitucional, TC, ha abandonado el Consejo para la Reforma de Justicia; y José Luis Lecaros, presidente del Poder Judicial, lamenta que sea el propio Vizcarra quien presida el referido Consejo. El Perú está bajo la ofensiva del “manual” del comunismo y del neomarxismo. Para aplicarlo solo se requiere una muchedumbre de cómplices, con o sin conocimiento de causa que Vizcarra ha conseguido con discursos polarizadores, afirmando que todo tiempo pasado fue peor y que solo él cambiará el estado de las cosas.
El accesitario es un potente disolvente social capaz de desintegrar la república. Su gobierno promueve el adoctrinamiento de los niños con asuntos como la ideología de género cuya finalidad real es destruir a la familia, célula básica de la sociedad.
Compra colaboradores vía consultorías y asesorías; financia la “creatividad” de los suyos: cine, música, espacios en el canal, radio y diario estatales. Su entorno de intelectuales mediocres, políticos sin principios y periodistas mercenarios crea coyunturas artificiales y cortinas de humo. Vizcarra aúpa a los más grises políticos y a resentidos sociales de toda laya.
La embestida está en curso, pero nuestra élite frívola y desinformada está convencida de que aquí “no pasará lo de Venezuela”. La oposición democrática de Fuerza Popular, Apra y No Agrupados no está aún cohesionada. Frente a la asamblea de dictadores que se avecina, la oposición democrática tiene la oportunidad de consensuar su presencia en la nueva Mesa Directiva del Congreso, y desde allí impedir el avance del alfil rojo que nos heredó Kuczynski.