Basura electrónica de IA contamina
Era de esperarse que el uso masivo de tecnologías de la inteligencia artificial —IA— generara consecuencias negativas. Una serie de investigaciones lo ha confirmado. Entre ellas, el informe de la UNEP que llama a la reflexión y explora la huella ambiental de la IA, considerando que se debe implementarla de manera sostenible.
Uno de los problemas asociados a su uso es la propagación de centros de datos que albergan los servidores de IA. Allí se producen desechos de equipos eléctricos y electrónicos, consumen increíbles cantidades de agua, dependen de minerales críticos y elementos raros que suelen extraerse de forma insostenible, y usan enormes cantidades de energía, que a la larga emiten más gases de efecto invernadero, calentando así el planeta.
El informe Navigating New Horizons examina los peligros y las ventajas de la IA, entre ellas que, al detectar patrones en los datos, como anomalías y similitudes, y utilizar el conocimiento histórico, se puede predecir con fidelidad los resultados futuros. Con ello, la IA sería invaluable para supervisar el medio ambiente y apoyar a los gobiernos, las empresas y los ciudadanos a tomar decisiones más amigables con el planeta.
El PNUMA, por ejemplo, la usa para detectar en las instalaciones de petróleo y gas si se ventila el metano, gas de efecto invernadero que estimula el cambio climático.
Otro gran problema es la basura electrónica y eléctrica generada por los centros de datos, que suelen contener sustancias peligrosas, mercurio y plomo. A ello se suma que estos centros de datos utilizan agua durante su construcción y funcionamiento para enfriar los componentes eléctricos.
El desarrollo exponencial de esta tecnología aumentó la demanda de chips de procesamiento gráfico, necesarios para entrenar a los modelos de IA generativa. Reciclar incluso los chips más avanzados, que tienen una vida útil de 3 a 5 años, carga más el trabajo de la IA, y ello conlleva retos ecológicos, refirió Valdivia, experta de la Universidad de Oxford, según EFE.
El coste de reciclar estos chips económicamente no es viable para las empresas, dice Valdivia, por lo que gran parte de ellos acaba incinerada, emitiendo más contaminantes.
Según el informe de la ONU (2022), se generaron en el mundo 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, reciclándose apenas el 22%. La producción de basura electrónica aumenta cinco veces más deprisa que su reciclaje, alertó el informe, y de no tomarse medidas, su cantidad crecería a más del 33 % de aquí a 2030.
La respuesta es buscar chips que duren más, usar la IA moderadamente, contar con mecanismos normativos que alienten su reciclaje, porque se le reconoce que ayuda al crecimiento económico de los países.
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