Boluarte: un gobierno cada vez más débil
Las cosas van de mal en peor para la presidenta Boluarte. Pasada la ilusión de APEC, donde diferentes líderes mundiales le han prodigado honores, tiene hoy que afrontar la realidad cruda y dura de una gestión que no sabe a dónde ir, y de complejos reveses judiciales en el caso de su hermano Nicanor. Todo ello en medio de una caída libre en el favor popular, que la tiene en márgenes de error estadístico.
Los dos años de presidencia de la sustituta de Pedro Castillo han sido bastante mediocres; no logró significar, en la cabeza de la gente, la necesidad de quedarse en el poder, por lo que su permanencia es vista por un sector del país como únicamente de provecho frente a una “usurpación” del poder. Y esto ocurrió porque nunca quiso impulsar un plan de emergencia social en las zonas altas del sur andino. Tampoco demostró voluntad para aclarar los 50 fallecimientos, ni ella ni Otárola; las FFAA fueron dejadas como únicas responsables cuando Boluarte afirmó que no tenía mando.
Aunque debemos reflexionar que la incapacidad toca todos los sectores: el agro está abandonado, con funcionarios que no comprenden a los productores del campo; los proyectos de agua potable no avanzaron y la vivienda social sigue en números absurdos; la pequeña minería no ha tenido una oferta seria y segura de parte del Ejecutivo, que tarda una eternidad en presentar su ley ante el Parlamento, así como lo que ocurre con Petroperú es calamitoso; los pescadores artesanales tienen cada día más problemas para su viabilidad; los transportistas están siendo extorsionados; las MiPymes y emprendedores cada vez están más golpeados. La salud pública está cada vez más en decadencia. Profesores y médicos en huelgas seguidas. El debate sobre las pensiones de las FFAA y PNP y el estado de sus hospitales es algo que no se trata. El ministro del Interior parece que ahora tendrá que evitar la captura no solo de Cerrón, sino también de Nicanor Boluarte. Los medicamentos siguen por las nubes, mientras el ministro pareciera que solo busca cumplir con la cuota de Acuña en el gobierno.
El Parlamento, por su parte, se mantiene en su misión de modificar las normas electorales para la propia conveniencia de los congresistas. El desastre de base legal para las elecciones, que fue creado por “reformólogos”, ha sido empeorado por los cambios recientes de este Congreso. Tendremos una elección con 50 candidatos aproximadamente. Además de ello, los parlamentarios discuten la posibilidad de aumentar las curules, cuestión que me parece de una insensibilidad brutal. Y, por supuesto, no hay tiempo para fiscalizar a este gobierno ni para censurar a los impresentables de Interior, Salud y Educación.
La presidenta Boluarte (des)gobierna con APP/Acuña y con FP/Keiko; sin embargo, estos aliados quieren tener presencia en los siguientes años y, necesariamente, pasarán a la oposición ruidosa. Por tanto, se abre la posibilidad de que, luego de que Boluarte convoque a elecciones generales, un proceso de vacancia se discuta con seriedad y posibilidades de materialización. Frente a lo cual, como dijimos en este mismo diario la semana pasada, no somos ni entusiastas ni alarmistas. Nada cambiará, ya que si Boluarte es despojada del poder, seguramente asumirá alguien que fue parte de la misma coalición que hoy la sostiene. El Perú no se destruirá si ella sale.
El verdadero cambio solo puede venir de las urnas, en 2026.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.