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Cambios bruscos de la imagen de un político

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Fecha Publicación: 09/02/2024 - 22:40
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Los políticos, lo he dicho en diversas ocasiones, son actores por lo que deben mantener una conducta intachable desde que salen de su casa hasta que retornan a ella. Las calles se han convertido en un “set de televisión” por la cantidad de cámaras que están instaladas en las principales arterias de la ciudad y porque cada persona con su teléfono celular se ha convertido en un “periodista potencial” que podría publicar en la redes sociales cualquier acto que él considere sobre todo tratándose de un personaje de la política nacional.

Un político al sentirse “actor” debe además guardar la formalidad que incluye sus vestimenta, su andar, el conversar y todo aquello que transmita algún tipo de mensaje sea verbal o no verbal.

En la semana vi un reportaje en la televisión, donde un reportero mostraba la fotografía de un político a las personas para saber si lo reconocían mientras que el personaje veía la reacción de las personas en modo incógnito. Cuando las personas manifestaban que no conocían al personaje, éste se presentaba diciendo “¿no me reconoces?, “soy yo, quien venía a tomar desayuno a tu puesto todos los días”. En honor a la verdad, el personaje en persona lucía totalmente distinta al de la fotografía, es decir eran dos personas totalmente distintas.

El reportaje, desde el punto de vista de la comunicación política, nos deja varias enseñanzas: 1) los cambios de imagen de un político no puede ser bruscos; 2) el cambio de la apariencia o imagen del político no puede ser a costa de la pérdida de su esencia transformándose en otra persona; 3) que ese tipo de reportajes deben ser, desde la perspectiva de la imagen, evaluados previamente y realizados sin dejar nada al azar.

Debemos tener presente que la imagen de un político “se construye” bajo criterios que van desde su comportamiento en la campaña electoral hasta su “evolución” al haber asumido un cargo de elección popular o haber sido designado para algún alto cargo como ministro de Estado por ejemplo.

La imagen es básicamente una “marca” la que debe transmitir confianza, solvencia y empatía con el fin de lograr ser aceptado en el “mercado político”, que es el lugar donde esa “marca”, léase “persona”, va a interactuar. El “mercado político” al igual que el “mercado de bienes y servicios” es ahora invisible porque el “producto”, es decir la persona, pueden ser vistas por millones desde las redes sociales.

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