Caviares al ataque
El cardenal Pedro Barreto Jimeno y el Psicoanalista Max Hernández Camarero se reunieron con el presidente Pedro Castillo para –según Barreto– “sea un gobierno para todos”. El cura metete dijo que el presidente es consciente de haber sido asesorado de “manera muy negativa”, y que el nuevo gabinete “tiene que ser de la unidad nacional, de la concertación desde la verdad y no desde intereses subalternos”.
Queda claro que la mafia caviar prepara un nuevo asalto al poder con la colaboración de Barreto y Hernández. El primero, o sea el cura rojo, es el mismísimo que defendía al genocida y corrupto ‘Lagarto’ de la vacancia, arguyendo: “vivimos una catástrofe nacional por la gestión de la pandemia. Una situación como la vacancia sería una catástrofe”. Esto como si tal desgracia, amén de la monumental corrupción, no hubiesen sido responsabilidad del propio Vizcarra. El segundo, el doctor Max Hernández, secretario general de Acuerdo Nacional, AN, es graduado de la Escuela Comunitaria de Salud Mental de Londres-Clínica Tavistock (fundada por la División de Guerra Psicológica de Inteligencia Británica), y mentor de Francisco Sagasti. El par representa a los más rancio del anti-fuji-porky-aprismo. Así que a otro perro con el hueso de concertar.
Barreto y Hernández pretenden que el gobierno acepte un equipo de ministros prácticamente seleccionados por la entelequia llamada Acuerdo Nacional, AN, que no representa a nadie salvo a la siniestra caviar y su plan de capturar el poder. Todo esto ocurre mientras en “Macondo”, algunos mansos e ingenuos representantes de la derecha criolla malgastan su horas buscando salidas constitucionales y democráticas para vacar a un personaje antidemocrático y desapegado de la Constitución como Castillo.
Los jamás electos roji-caviares quieren recuperar la mamadera del Estado que los ha enriquecido pagándoles millones por consultorías, falsas profecías e inservibles recetas crecepelos. Desde el arribo de Paniagua al poder esta gente copó el aparato estatal pese a que el voto popular ha tratado de mandarlos por el desagüe de la historia, una y otra vez en cada elección.
Fuentes cercanas al de turno dicen que fue una reunión sin importancia. César Hildebrandt, hoy convertido en ácido detractor del presidente, escribió ayer en su semanario: “El señor que ganó las elecciones y que despilfarró su capital político de modo tenebroso les aseguró a Hernández y a Barreto que el próximo presidente del Consejo de Ministros no tendrá nada que ver con Perú Libre ni con el entorno palaciego. ¡Y le creyeron!”. El mordaz periodista parece olvidar la gran habilidad de Hernández, cuya capacidad le permitirá llevar de la nariz a Castillo para arrodillarle ante los caviares, su ideología de género, su cultura de la cancelación y su asfixiante costumbre de señalar los pensamientos políticos impuros. Esa chusma es tan inútil como el presidente, solo que mucho más costosa.
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