Censura en cultura

Hace algunos días se hizo pública una denuncia sobre el cierre intempestivo de una exposición de pinturas inspiradas en la práctica de Falun Dafa, la tradicional disciplina milenaria china de la escuela Buda, proscrita por el gobierno chino. Lo grave radica que la censura sucedió en una de las salas del Ministerio de Cultura. La práctica de Falun Dafa, prohibida por el temor del régimen comunista a una actividad que promueve la verdad, la benevolencia y la tolerancia, antítesis de lo que significa una ideología política que hizo de la igualdad un campo minado donde se violan los derechos humanos, se realiza en varios países del mundo, sin embargo, el gobierno chino, cual perro de caza está al acecho de los eventos que realizan para intervenirlos a través de instituciones que se suponen independientes o que responden a la soberanía de sus países. Lo sucedido en nuestro país no ha sido un hecho aislado. Los curadores de la muestra cumplieron con solicitar los permisos y el Ministerio dio el permiso para utilizar la Sala Paracas donde la exposición se realizó tres días hasta que, de un momento a otro, ordenaron su levantamiento. Hace una semana me entrevisté con Mauricio Pineda y leí los documentos oficiales que le otorgaron el permiso y las excusas que pretenden maquillar lo que a todas luces significa una censura. He realizado las investigaciones respectivas para desentrañar el hilo desde donde vino la orden y hay pruebas de que el mandato llegó desde la propia embajada, lo que deja muy mal a Rogers Martín Valencia, Ministro de Cultura, y a los funcionarios de una institución que fue creada para abrirle las puertas a este tipo de iniciativas no para cerrarlas. Señor Ministro, los agraviados continúan esperando una respuesta. Repito, hay pruebas que demuestran de dónde vino la censura. No subestime nuestra inteligencia.