“Chana no es lo mismo que Juana”
¿Aló?, contesté el teléfono y una reportera me preguntó sobre “el pronunciamiento del Congreso declarando no grata la presencia en nuestro país del expresidente de Bolivia Evo Morales”. Mi reacción fue inmediata y le dije: ¿me pregunta por la declaración del Congreso o de la Comisión de Relaciones Exteriores?, y ella me respondió: “sí, sobre la declaración de la Comisión de Relaciones Exteriores”.
Me permití hacerle una disquisición porque no está bien que un profesional en comunicaciones confunda a la opinión pública con informaciones que distorsionan la realidad.
Lo mismo ha sucedido con la noticia donde algunos medios de comunicación informan en sus titulares que “el Congreso aprobó un proyecto de ley que atenta contra la Sunedu (Superintendencia Nacional de Educación Universitaria)” cuando lo cierto es que el proyecto de ley al cual aluden ha sido aprobado por la Comisión de Educación, Juventud y Deporte estando aún pendiente de aprobación por el Congreso.
El mismo error también es común entre los parlamentarios cuando realizan declaraciones periodísticas o intervienen en las comisiones o en el pleno del Congreso; ya que, en lugar de precisar el comportamiento político de alguna bancada, lo que hacen es “involucrar a todo el Congreso”.
Quizás algunos dirán que esta reflexión no es importante, pero les respondo que sí lo es. Es importante que la opinión pública y la población sepa distinguir entre lo que son los acuerdos del pleno del Congreso y lo que pueda aprobar otro órgano parlamentario de menor jerarquía, ya que cuando “el periodista, el analista o el parlamentario o cualquier autoridad o persona pone en el mismo saco a todo el Congreso, sin hacer distinciones, lo que está generando son percepciones negativas contra la institución parlamentaria en su conjunto y que van calando en el subconsciente de la población contra la democracia, en donde su máximo representante es el parlamento nacional.”
Por ello es de suma importancia que sepamos distinguir entre el comportamiento individual y las conductas políticas de los parlamentarios, con el de la institución parlamentaria.
La tarea está en que el Congreso y sus órganos administrativos inicien y mantengan una política comunicacional permanente que ayude a entender a la población que “chana no es lo mismo que Juana” y que las informaciones que emitan por las dependencias comunicacionales sean pedagógicas para enseñar qué es el Congreso como institución y la diferencia entre el comportamiento político y legítimo de sus integrantes.
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