Choros a la limeña
Hernando y José Graña confesaron su participación en “Lava Jato” y con ello el robo de más de diez mil millones de dólares en sobrecostos. El par aceptó tal responsabilidad en el intento de calificar para colaboradores eficaces y evitarse la prisión. Ningún dato nuevo sobre el caso ha sido aportado por ellos lo que hace incomprensible la benevolente orden de arraigo, impuesta por el juez Richard Concepción Carhuancho, conocido por “canero” (carcelero). El par no podrá abandonar el país y deberá comparecer de tanto en tanto, en el entretiempo navegarán, alternarán con sus amistades sin ética en los clubes que frecuentan, disfrutarán de la agitada vida social limeña, como si fueran caballeros ejemplares cuya conducta debe guiarnos. ¡Cuánto podría haber hecho el Estado con esos más de diez mil millones de dólares para dotar de las herramientas necesarias a millares de familias pobres para crear oportunidades y sacarlas del hambre y la miseria!
La extensa corrupción instaurada aquí por las mafias brasileñas de la construcción y sus cómplices peruanos es una suerte de inmunda iniciativa público-privada, algo que nos afecta económica y moralmente. Lejos de mensajes claros y contundentes de tolerancia cero a la corrupción, la benigna pena impuesta a los primos Graña es la claudicación del Estado de derecho ante el poder fáctico que representa José Graña M.Q., de cuya empresa Graña y Montero fue apoderado en Moquegua Martín Vizcarra, el presidente de chiripa y hoy golpista. El arresto domiciliario hubiese sido una opción comprensible por la edad de los implicados, pero nada; este trato especial es la cara sucia del libre mercado, un capitalismo de “hermanitos”, eso que los mexicanos llaman “capitalismo de compadres”. La gran deshonestidad frena el desarrollo, genera desconfianza en las instituciones democráticas e indignación en la población, como ocurrió con el grupo de ciudadanos que lanzó insultos de grueso calibre a Graña M.Q. a la salida de la fiscalía amén de una tremenda verdad “le has robado la esperanza a miles de niños”. De hecho, la corrupción afecta especialmente a las poblaciones más pobres y vulnerables. El Programa de Naciones Unidades para el Desarrollo, PNUD, considera la lucha anticorrupción un pilar fundamental para erradicar la pobreza; y el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, sostiene que impacta negativamente en el suministro de bienes y servicios públicos por lo que la implementación de reformas anti-corruptela deben aparejarse con planes de modernización y acceso a la educación, la salud pública, la seguridad, entre otros.
Los Graña deben responderle al Perú, dónde están los miles de millones de dólares de sobrecostos y devolverlos