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Ciberataques

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Fecha Publicación: 08/08/2021 - 22:50
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En los años ochenta era común el uso de la máquina de escribir para la elaboración de documentos; de hecho, mi padre me enseñó a usarla y no he olvidado a la pequeña y antigua máquina OLYMPIA; en los últimos años de secundaria recibí clases teóricas -¡sí, teóricas!- de computación; ya en la universidad, tenía que hacer mis tareas utilizando una computadora con dos tipos de diskette: uno para cargar el programa y otro para guardar el archivo; para la impresión utilizaba una impresora matricial a la que había que cambiar la cinta periódicamente. Esto, que los jóvenes de ahora no creen, era una realidad; hoy en día nos servimos de tecnologías inalámbricas e impresiones láser, el almacenamiento es prácticamente ilimitado y no necesitamos transportarlo, basta con “colgarlo” en la “nube” o transmitirlo mediante mensajería instantánea o por correo electrónico.
Con el avance de la tecnología, sobre todo en la información y la comunicación (TIC´s), también se han ido presentando problemas o complicaciones; en cualquier momento podemos ser víctimas de ataques cibernéticos; el mundo digital también es un espacio peligroso y está lleno de atacantes. Tenemos criminales en línea, cuyo principal motivo es conseguir dinero, muchos de ellos han amasado fortunas producto de sus fechorías; utilizan para su fin algunos medios ilegales como “troyanos” para sustraer dinero de cuentas bancarias, cámaras o grabadores de pulsaciones para recopilar información de nuestras cuentas mientras operamos en línea o pagamos en terminales de tarjetas; muchas veces es complicado identificar al autor o, si se logra saber quién es, es difícil ponerlo tras las rejas. El futuro no es nada alentador, la criminalidad informática irá in crescendo.
Existe, también, otro tipo de atacantes en línea, que no está motivado por el dinero; se hacen llamar “hacktivistas” y están motivados por la protesta, por la opinión o por diversión, el grupo más conocido se autodenomina “Anonymous” y tiene alcance global, nuestro país no es ajeno a esta problemática, hace pocos días fue atacado el portal de un entidad pública. Por otro lado, tenemos a los atacantes gubernamentales o corporativos; quizá suene increíble, pero es una realidad, existen casos de gobiernos y corporaciones que atacan a sus propios ciudadanos o empleados. Todos -o casi todos-tenemos cuentas de correo gratuitas y preferimos usarlas en vez de nuestras cuentas institucionales, por considerar que son vulnerables; en allanamientos a guaridas de hackers o crackers se han encontrado infinidad de cuentas de correo electrónico y claves, insumo para la comisión de otro tipo de delitos; el espionaje estatal y corporativo no se queda atrás, no solo interceptan comunicaciones telefónicas, también mensajes de texto y correos electrónicos.
Nuestra respuesta personal podría ser: “yo no cometo actos ilegales, pueden ver lo que deseen”; este argumento, en realidad, no tiene sentido; nuestra privacidad es un derecho fundamental que no tiene porqué verse vulnerado, así se alegue motivos de seguridad. Se puede confiar en el gobierno o en el empleador, pero no se puede llegar al extremo de ceder nuestros derechos y libertades fundamentales, los mismos que son inalienables; ningún tipo de control puede ir en contra de nuestra libertad. Ni ahora ni nunca cedamos ciegamente nuestros datos; debemos preocuparnos por este tema durante toda nuestra existencia.

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