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Ciencia y moral

Fecha Publicación: 30/06/2019 - 22:00
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A menudo se dice que la ciencia no puede abordar los temas de la moralidad y los valores humanos, que la ciencia no tiene una opinión oficial sobre el bien y el mal, que puede ayudarnos a conseguir lo que valoramos, pero no nos indica qué se debe valorar. Podrá la ciencia ayudarnos a responder preguntas como: ¿Para qué vivir? ¿Por qué morir? ¿Qué es una buena vida? Partiremos diciendo que los valores constituyen hechos, y estos hechos apuntan o conducen al bienestar de las criaturas conscientes; la propia religión se encarga de ayudarnos a discernir entre el bien y el mal y las consecuencias después de la muerte: la eterna felicidad con Dios o el sufrimiento eterno en el infierno. En la actualidad es posible vivir en un país inviable o estado fallido, donde los niños mueren de hambre, donde los individuos no logran una colaboración pacífica en la solución de sus problemas, donde la violencia les quita la vida a las personas; esa posibilidad convive con el deseo o el anhelo de una situación mejor, aunque parezca idílico o utópico.

Al hablar de bienestar humano, no podemos obviar al cerebro humano; nuestra experiencia en el mundo y nosotros como parte de él se realiza en este órgano, la personalidad es producto del cerebro, si la cultura nos cambia es porque también logra cambiar nuestros cerebros; para entender todo esto debemos abordar las ciencias de la mente: la neurociencia, la psicología, entre otras. La ciencia no puede responder preguntas de carácter moral, pero si puede responder preguntas que afecten el bienestar humano; la noción de bienestar nunca será definitiva, siempre estará abierta y en reconstrucción, al igual que el concepto de salud física. La humanidad entera aspira a una moralidad universal, donde los preceptos morales no admitan excepciones; pero la cultura humana es tan diversa que cada una tiene una respuesta diferente a las cuestiones morales, donde influyen las masas, la religión, las costumbres; a lo que debemos aspirar es hacia la concepción universal de los derechos humanos, tomando en cuenta las diferencias de opinión.

Lo que el mundo necesita ahora es que las personas admitamos que existen respuestas correctas e incorrectas a las preguntas sobre el desarrollo humano y que la moral se relaciona con el dominio de los hechos; es posible que los individuos y culturas enteras se preocupen por cosas equivocadas, con otras creencias y deseos, este solo hecho y admitirlo transforma nuestra posición acerca de la moralidad.

Hoy en día vivimos en un mundo tecnológico, pero la tecnología que usamos es destructiva, es más fácil romper algo que arreglarlo. Es el momento de admitir que estamos en la ruta de la comprensión de nuestras mentes en nuestros cerebros, admitamos que debemos entender todas las cualidades -positivas y negativas- de nosotros mismos; entendamos las emociones sociales positivas como la empatía y la compasión, así vamos a entender los factores que las alientan: si son genéticos o son sociales. Sin duda, debemos hablar del bienestar humano en un contexto más amplio, una gran tarea para toda la humanidad.