¡Comencemos a vivir!
El Covid-19 sigue cobrando vidas en nuestro país y en el mundo entero, la experiencia de los sobrevivientes debe ser única y algunos se animan a compartirla; hemos empezado a decirles que inspiran a los demás contagiados, que son unos guerreros, algunos los llaman héroes; la verdad es que han soportado pruebas imposibles y, a pesar de todo, viven para contar la historia, han vuelto más fuertes, más valientes y -estoy seguro- mejores personas. Un sobreviviente de la pandemia que nos ataca en estos tiempos verá una transformación en su vida, habrá aprendido a saber quién es, de qué está hecho y qué puede hacer por el mundo; dará las gracias por estar vivo y será consciente de que su lucha fue un privilegio que otros no pudieron experimentar. Pero, estar curado no es el fin, es el inicio.
Quienes logran el alta clínica ya no pertenecen al reino de los infectados, pero será difícil para ellos borrar las huellas invisibles y psicológicas que la enfermedad ha dejado; junto al sentimiento de la fortuna de estar vivo surgirá la pena o la culpa por aquellos que no lo consiguieron; una experiencia imborrable será el haber observado la mortalidad de una manera directa, ayudará a darle sentido a la vida y a pensar en la forma de ayudar a los demás, al menos contando su experiencia. Los mensajes a los sobrevivientes no se hacen esperar, inclusive de personas que no conocen, dando o pidiendo recomendaciones, algunos torpes y otros atinados, solo algunos entenderán lo que se pasa realmente.
Haciendo un ejercicio reflexivo, podríamos decir que, en verdad, la división entre enfermos y sanos es muy porosa, transitamos de un lado hacia otro; ahora sobrevivimos a los males que se llevaron a nuestros antepasados, pero las nuevas enfermedades (como la de ahora) siguen apareciendo y esto seguirá siendo una constante; así de complicada es nuestra existencia. Debemos procurar capitalizar la experiencia de esta pandemia: aceptemos nuestro cuerpo y sus limitaciones, tan solo somos seres humanos, sintámonos mejor con lo que tenemos, dejemos de ver nuestra salud como binaria, entre enfermos y sanos, dejemos de pensar en el ideal de un hermoso y perfecto estado de bienestar por el cual se debe luchar, dejemos de lado ese estado de insatisfacción por no llegar a alcanzarlo; cada uno de nosotros tenemos un final predeterminado, ya sea por alguna enfermedad o por alguna angustia o un trauma; debemos encontrar la forma o las formas de vivir durante ese tiempo manejando nuestro cuerpo y nuestra mente, a veces el significado de nuestra existencia lo podemos encontrar en las cosas más sencillas, en pequeños detalles.
Si conseguimos encontrarle el sentido a nuestra vida, habremos emprendido el verdadero viaje, habremos logrado lo que significa realmente estar bien, que no es otra cosa que: estar vivo, en el amplio sentido del término. ¡Comencemos a vivir!