ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Confianza a trompicones

Imagen
Fecha Publicación: 13/06/2019 - 22:10
Escucha esta nota

Las pugnas entre el Congreso y el Poder Ejecutivo de las últimas semanas han tenido en vilo a todo el país, en que lejos de dar nuestras autoridades tranquilidad a la población para cumplir con sus tareas y ver un futuro esperanzador, hicieron todo lo contrario y el clima de desasosiego fue creciendo, con el agravante que tampoco se veía avance en el cumplimiento de los roles gubernamentales, por lo menos en las urgencias como la seguridad, apresurar reconstrucción del norte, iniciar la reparación de carreteras en selva afectadas por los últimos sismos, resolver conflictividad social como Las Bambas y tantas otras cosas relevantes.

No sé si por convicción o conveniencia, tanto Congreso como Ejecutivo conciliaron, pues hablando se entiende la gente, y el primero otorgó la confianza solicitada por el segundo, para la aprobación de diversas propuestas de ley y de reforma constitucional, cuyo paquete denominaron la “reforma política”.

Ahora el Congreso, además de obligación, tiene el compromiso de tratar la mencionada reforma, comenzando por los proyectos que el Gobierno Nacional ha priorizado, y pareciera haber entendido que no tiene por qué haber apresuramiento para temática tan significativa, cuando ya sabemos el resultado desastroso inicial del cambio del CNM por la JNJ, simplemente por hacer las cosas con rapidez y atolondramiento.

La confianza conferida por el Ejecutivo al Consejo de Ministros lleva consigo que las iniciativas legislativas presentadas por el Ejecutivo tengan que ser aprobadas en su esencia o núcleo básico y el Congreso relegado al papel de simple corrector de estilo o de fraseo, la verdad, creo que no, pues el Parlamento tiene su rol que la Constitución le confiere y que no puede ser dejado de lado por simple presión amenazante.

Una de las principales funciones del Parlamento es la de aprobar leyes, entre ellas las de reforma constitucional y, para ello, también la Constitución determina que el Congreso dictamina y debate los proyectos, previo a su aprobación, modificación o rechazo. No puede considerarse de modo alguno que por haberse aprobado la “cuestión de confianza” se tengan que aprobar los proyectos al “guerrazo” y ello por el temor a la consecuencia que no es otra que la de dimisión del gabinete ministerial, que si ello sucede pues se nombra otro y tema resuelto. La disolución del Parlamento no es de aplicación en el caso que tratamos, como ya con anterioridad lo hemos expuesto, salvo que se violente el orden constitucional y democrático del país, lo que se supone nadie quiere.

No tengo duda alguna que se deberían hacer todos los esfuerzos entre Congreso y Ejecutivo para aproximar posiciones y llegar a aprobarse normas que ayuden en el futuro a resolver la temática política, para lo cual el Gobierno tiene que desterrar de su mente que lo planteado en sus proyectos es la “última maravilla del universo”.  Señores, no lo es, tiene deficiencias graves, aunque algunas proposiciones sean valiosas, como lo expondremos en próximos artículos.