Consumo postcrisis
Miles de millones se han gastado en los últimos meses, se viene cuestionando a la economía de mercado, la misma que ha permitido tener esas reservas, se viene cuestionando el negocio financiero, le reclamamos al Estado temas que -en la mayoría de los casos- dependen de nosotros mismos. ¿Hacia dónde vamos?. Vivimos un momento crucial en nuestra historia, lo que podría ser una gran oportunidad para que el consumidor tome el control y nos conduzca a un nuevo rumbo en el Perú.
El consumidor ha pasado de un estado de ansiedad a un estado de acción; los consumidores representan un alto porcentaje del PBI de nuestro país han comenzado, al igual que las entidades financieras y las grandes empresas, a eliminar el apalancamiento cotidiano, liberándose del riesgo y la responsabilidad que se presentan a medida que se avanza. No se trata de que el consumidor esté en retirada, todo lo contrario; echemos un vistazo a nuestra economía: desempleo con índices muy altos, el valor de la vivienda ha caído, los mercados de valores han bajado, el precio del petróleo ha alcanzado valores negativos; frente a esta situación, el consumidor es un fulminante.
Si algo ha demostrado la crisis del COVID-19 es la poca o nula cultura del ahorro, nos hemos venido comportando como compradores compulsivos: comprando un vehículo más, aunque no sea necesario, chucherías que ofrecen por televisión; ello nos ha llevado, aparte del virus, a la crisis que enfrentamos hoy; es decir, los consumidores se sobre apalancaron, al igual que las empresas, los bancos y hasta el gobierno. En los últimos tiempos se usan más las tarjetas de débito que las tarjetas de crédito, tratando de esta manera de pagar las cosas con el dinero que tenemos. El consumidor, como mencioné en líneas anteriores, no está en retirada, simplemente está pasando del consumo sin sentido al consumo consciente; el nuevo comportamiento de consumo utiliza las herramientas que tiene a la mano para la búsqueda de lo que necesita, es capaz de comparar y elegir lo que más le conviene, no es más consumidor sino mejor consumidor.
Los cambios que se han presentado son evidentes; el primero cambio es cultural, estamos adoptando una “vida líquida”, la misma que se caracteriza por tener menos cosas o menos exceso para ser más ágil y adaptarse a los cambios y a las adversidades, esto ha originado un descenso en el gasto frívolo, el regateo hasta en tiendas de lujo, en el mercado inmobiliario; el segundo cambio es la tendencia a la ética y el juego limpio, ahora prima la empatía y el respeto, las empresas ya no solo deben proporcionar valor, sino también valores, el consumidor observa la cultura y el comportamiento de la empresa; el tercer cambio se trata de la vida duradera, hoy se busca extraer el máximo valor de cada cosa que se compra o servicio que se contrata, también hay interés en la educación continua y en hacer las cosas por nuestra cuenta; el cuarto cambio es el retorno a la vida doméstica, ha resurgido los mercados locales, el intercambio de bienes o servicios, los consumidores se organizan, unen sus recursos, incentivando a las empresas a actuar mejor.
Algo que parecía imposible o difícil se ha logrado: creciente transparencia y apertura en las empresas, el consumidor así lo exige, la crisis ha empoderado a los consumidores y ha generado grandes oportunidades; crisis es igual a oportunidad, los consumidores tenemos la capacidad de ayudar a salir de la recesión; vamos a seguir logrando más cosas: mayor innovación, productos más duraderos, mejor servicio al cliente. Si miramos atrás y damos luego damos el salto hacia adelante, vemos el comienzo de nuevos tiempos, observamos una imagen muy esperanzadora para el futuro del Perú.