Cuando las versiones no calzan
Es revelador de que se está mintiendo cuando los que estuvieron en el lugar de los hechos cuentan versiones diferentes, especialmente cuando se buscan culpables.
La versión oficial sobre la muerte por ahogamiento de 7 jóvenes en servicio militar en el río Ilave, en Puno, es que la causa fue que “al verse acorralados por la población que los perseguía a pedradas tuvieron que atravesar el río”. En tanto los sobrevivientes han contado otra versión, entre sollozos: “que recibieron la orden del oficial al mando de cruzar el río y tuvieron que hacerlo”; ante la pregunta si la gente los seguía, respondió uno que “en ese momento ya no había nadie, la gente estaba lejos”.
Es obvio que los oficiales responsables de semejante desatino de, en principio, llevar jóvenes en servicio militar a hacer presencia de control del Ejército en un pueblo que llora sus muertos por acción policial y militar, y que era previsible el rechazo que se produjo, con la expresión de “no queremos la militarización de Puno”.
Lo segundo más grave es que un oficial ordene a una patrulla de jóvenes a cruzar un río hondo y caudaloso, con aguas heladas, y con uniforme, botas, mochila, y fusil, sin entrenamiento en operaciones especiales, y varios sin saber nadar. Era previsible el resultado, por lo que este oficial y los que diseñaron la estrategia de presencia militar en la zona tienen una gravísima responsabilidad penal conforme al Código de Justicia Militar y también conforme al Código Penal que tipifica estos actos, como delitos de abuso de autoridad, incumplimiento de deberes de función y homicidio por negligencia.
Pero la mayor responsabilidad la tiene el alto mando militar, con Dina Boluarte a la cabeza como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, y su premier Alberto Otárola, que han decretado el Estado de Emergencia y la militarización de Puno, asumiendo no sólo la responsabilidad política sino también la responsabilidad penal por estos hechos, tal y como se calificó en el caso de Barrios Altos como autoría mediata de Alberto Fujimori.
Por eso el discurso oficial no calza con los testimonios de los sobrevivientes, a los que han silenciado, como están silenciando a los padres de los fallecidos, una madre llorando decía que fue a pedir que se hagan responsables por la muerte de su hijo y le respondieron que: “NO, porque murieron por la turba que los seguía a pedradas”.
La ilegitimidad de este gobierno huele a sangre inocente y a clamorosa injusticia.
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