De lo banal a lo real
Como es inveterada costumbre en nuestro país, lo banal, anecdótico y trivial, se impone a lo trascendente e importante. Lo acabamos de observar en el “rolexgate” del que ha sido y sigue siendo protagonista la presidenta de la República, en que el origen de los famosos relojes es materia de primeras planas en los medios, indagaciones por infinidad de autoridades y materia de interés por la ciudadanía en general.
En simultáneo se ha presentado en el Congreso el nuevo gabinete ministerial comandado por Gustavo Adrianzén, con la finalidad de exponer y debatir la política general de gobierno y las principales medidas que requiere su gestión, planteando el voto de confianza.
Eso era y es lo importante, pero la población inmersa en el escandalete relojero, dejó pasar lo fundamental para ocuparse de veleidades y frivolidades anodinas.
Volviendo a lo trascendente, ha pasado desapercibido de la exposición del Premier ante el Congreso el cambio de rumbo gubernamental. Si bien en el actuar del anterior gabinete ministerial, se podía acreditar el cambio de la direccionalidad del timón gubernamental, no había claro discurso que lo anunciase, lo que si ha hecho el actual gabinete.
El actual presidente del Consejo de Ministros en su presentación ante el Parlamento, expresó su adhesión al balance de poderes, la necesidad y conveniencia de practicar el diálogo democrático con norte de la concertación, el reconocimiento de la difícil situación que vive la población por falta de oportunidades, las deficiencias económicas, la falta de seguridad y paz social, colaboración entre el Ejecutivo y el Legislativo, recuperación del principio de autoridad y prometió el destrabe de los proyectos.
Agregó y explicitó el cambio de rumbo, al señalar que “Es imperativo implementar medidas que prioricen a través de la inversión privada… Para lograrlo se requiere confianza. Nuestro Plan de Reactivación busca reforzar la confianza de la ciudadanía con las autoridades y con la marcha económica del país”.
El Congreso le confirió el voto de confianza, más que por su conformidad en el discurso, que debemos reconocer fue óptimo, la otorgó porque a estas alturas del partido, no se quiere exponer a la disolución del Parlamento. Como sabemos si se deniega confianza a dos gabinetes, quien ejerce la presidencia de la República, puede disolver al Congreso y llamar de inmediato a elecciones para un nuevo Congreso, al cual no podrían postular los actuales congresistas, toda vez que la reelección parlamentaria solo procede a partir de un próximo gobierno con sistema congresal bicameral.
Ahora, después de los discursos, toca al gabinete ministerial, poner música a la letra y encargarse de recuperar la confianza ciudadana, con acciones concretas en la lucha contra la delincuencia, lograr la paz social, reiniciar las obras públicas abandonadas y destrabar los proyectos de inversión, que solo están en el tintero por la desidia burocrática, que cobra pero no hace, por supuesto no todos.
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