¿Demasiada democracia?
Poco es el tiempo que resta de la extendida legislatura ordinaria, en la que deberán discutirse y aprobarse las reformas constitucionales, reformas del sistema electoral y del sistema de partidos políticos, reformas que, algunas, irían en contra del statu quo e intereses de propietarios de partidos políticos.
Lo imperativo es reformar los artículos 113° y 117° de la Constitución, que definen los supuestos por los cuales prospera la vacancia presidencial y las causales que posibilitan la acusación fiscal del presidente de la República, de tal manera que, impune, durante su periodo gubernamental, no delinca sin que se le pueda vacar o procesar fiscal y judicialmente; ésto concordado, previa modificación, con el artículo 100° de la Constitución que, a través del antejuicio constitucional, faculta al Congreso a suspender, inhabilitar o destituir a los altos funcionarios públicos, entre ellos el presidente de la República.
Quijotes, menos problemas y mejor gestión gubernamental se tendrán si reformamos el artículo 110° de la Constitución que, establece menores requisitos para postular a la presidencia que los exigidos para un administrador de una micro empresa. Monumental avance será el que, un postulante a la presidencia de la República, no posea un currículum vitae propio de una pirañita, un ranqueado capo de la mafia o el de un seudo profesor filoterrorista amoral que apenas pueda hilar cinco palabras con mínima coherencia.
La postulación a la presidencia, por cierto, es un derecho de todo peruano, pero también debería ser una obligación ser el mejor de todos. ¿No será que, en nuestro afán de ser inclusivos evitando la discriminación… ¿HEMOS SIDO DEMASIADO DEMÓCRATAS?
No está bien que, los que menos se han esforzado y preparado en la vida, sean los que nos gobiernen. Desde mi humilde y quijotesca opinión, deberán ser los mejores peruanos los llamados y elegidos a gobernar con profesionalismo, capacidad, ética y decencia, con profundo amor y respeto al Perú.
Para lograr lo anterior, es fundamental reformar el sistema electoral y el sistema de partidos políticos. Los actuales mecanismos y procedimientos de la ONPE, el JNE y el RENIEC deben ser revisados y reformados, de tal manera que aprovechemos los beneficios de la modernidad tecnológica, pero de ser necesario volver a los mecanismos y procedimientos pasados para asegurar la limpieza de los procesos electorales, pues hagámoslo.
Respecto a los partidos políticos, deberán ser el primer y escrupuloso filtro postulando a los mejores peruanos. Se les deberá exigir, concordante con las normas que sean necesarias reformar, que postulen al cargo público a los mejores ciudadanos; de no hacerlo así, se les debería sancionar mínimamente con la cancelación ante el Registro de Organizaciones Políticas, sin perjuicio de los procesos administrativos y penales que correspondan.
No soslayemos que son las organizaciones políticas el único y exclusivo vehículo mediante el cual se accede al cargo público de lección popular; tamaña responsabilidad que, como están redactadas las normas, se han convertido en un derecho, convirtiendo a los partidos políticos en una propiedad privada, en un instrumento para la defensa y promoción de sus intereses, además de utilizarlos para lograr beneficio económico e impunidad penal. Entonces, si todos lo sabemos, ¡pues es hora de modificar lo que está mal!
La democracia, y sus mecanismos, ha sido reinterpretada y tomada, literalmente, por los peores, ¿por ser más papistas que el papa?, o es que, ¿infructuosamente hemos pretendido ser demasiado demócratas?
Quijotes, el Perú necesita de los mejores… ¡no de los peores!
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