Dina sí debe viajar dentro del país
Han pasado diez días desde el atentado contra la presidente Boluarte en Ayacucho y sigue el debate respecto a si debería viajar a Puno y visitar otras zonas del sur del país. El tema es estéril porque no se puede aceptar la existencia de zonas “liberadas” dentro de la república.
La seguridad presidencial falló al no respetar los tres círculos de protección de la dignataria; es evidente que toda la actividad de la jefe del estado fue mal planificada desde el principio y que jamás debió permitirse actos de temeridad en iniciativas de un baño de popularidad inútil; pero también está claro por la imágenes captadas que el asalto de las dos mujeres contra Dina sí estuvo coordinado, no fue un acto espontáneo de personas resentidas por la muerte de un fallecido durante las asonadas de inicios del año pasado.
Boluarte no ha debido desistirse de una demanda de investigación porque el problema no se reduce a un jalón de pelos. Se ha lesionado la majestad de quien representa a la nación y pudo haberse concretado un magnicidio que habría abierto las puertas del infierno de elecciones anticipadas. Por eso la fiscalía debe seguir el proceso de oficio y las asaltantes deben pasar por un proceso judicial y represión severa.
La investigación, además, debe incidir en un asunto que los especialistas en terrorismo ya han advertido: los nuevos miembros de Sendero Luminoso, tanto activistas políticos cuanto elementos de ataque criminal, en su mayoría no tienen antecedentes policiales porque pertenecen a nuevas generaciones de las escuelas populares y son cuadros dormidos de un aparato subversivo reclutado y entrenado que se activa selectiva y transitoriamente cuando están dadas las condiciones para un ataque sorpresivo. Pruebas de eso son inclusive los niños adoctrinados como los que recientemente se detectaron en La Libertad.
Esta amenaza no puede, sin embargo, inhibir a la presidente de viajar a las zonas rojas. Por ejemplo debería asistir a la fiesta de la Candelaria en Puno y también debería presidir el izamiento del pabellón nacional en Desaguadero (actualmente abandonado por la guarniciones policiales y militares); además debería estar presente en cualquier punto del territorio donde se justifique su presencia. Pero, claro, debe actuar con seguridad reforzada y sin incurrir en temeridad como aquella de regalar caramelos a una población enardecida por la historia y por sus necesidades vitales. Así que señora Boluarte, sea valiente, pero no ridícula ni provocadora.
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