Economía digital
La pandemia continúa azotándonos, manteniéndonos en confinamiento y esta situación nos hace reflexionar respecto a temas que, quizás, antes pasaban desapercibidos; por ejemplo, actividades como escribir, trabajar o navegar en Internet, no están ajenas a la moda más que al cambio profundo. Cuando aparecieron los periódicos de circulación masiva, el costo por generar información era muy alto, lo que logró separar a los productores, que tenían que esforzarse por conseguir los recursos financieros, y los consumidores, que podían elegir entre unas pocas opciones que se ofrecían en ese entonces. La economía, después de la revolución industrial, ha estado centrada en la información y gracias a ella se consiguieron cosas tales como: el telégrafo, el transmisor de radio, la televisión y finalmente el computador; observamos cómo el mercado, a veces con intervención del gobierno, ha ido marcando la pauta y fijando la manera cómo se produjo, cómo se produce y cómo se producirá la información.
El avance tecnológico ha traído consigo un cambio radical en la forma de capitalizar la producción e intercambio de información, la propiedad del capital está más distribuida o atomizada; cada persona, en el mundo actual, cuenta con un computador (en sus diferentes presentaciones), todos y cada uno de nosotros estamos interconectados y constituimos el capital humano para generar información, más de 4 mil millones de personas con acceso a Internet a nivel global. Es la primera vez que los medios y componentes de la actividad económica central -economía de la información- están en manos de la población en general; tenemos la capacidad de comunicación y computación en nuestras manos, por otro lado, tenemos la creatividad, sabiduría y experiencia humanas, las mismas que ahora pueden compartirse con el mundo entero. Hace medio siglo, si teníamos alguna duda, recurríamos a la Enciclopedia, donde prácticamente le letra estaba grabada con fuego y había que aceptar la definición tal cual; ahora, recurrimos a Wikipedia, donde encontraremos una definición en permanente construcción y actualización y, lo más importante, con enlaces a sitios donde se podría ampliar la información.
En el mundo digital no basta con producir contenido, sino que este contenido tenga relevancia, y esto no es dictado por las empresas o los buscadores, es establecido por los cibernautas en sus visitas a los sitios o mediante las redes sociales. Google, por ejemplo, ha desarrollado herramientas que permiten medir la relevancia del contenido, creando rankings de páginas, y esto no es ejecutado por ingenieros o técnicos, es elaborado por nosotros mismos, ya sea por educación, trabajo, diversión o placer, con cada clic y cada visita dejamos huella y alimentamos las cifras del ranking; aunque también se puede pagar para aparecer en una buena posición, utilizando un mecanismo clásico del mercado: el que paga más llega más alto. Asistimos ahora a un nuevo sistema de intercambio -intercambio social- que tiene gran impacto económico y sin una autoridad central, sin necesidad de permiso como en el sistema basado en la propiedad; cualquiera puede crear, innovar y compartir, si así lo quiere, por cuenta propia o por cuenta de terceros, la propiedad pasó a ser un mero mecanismo de coordinación.
Entonces, las cosas seguirán fluyendo entre las personas conectadas, la producción de la sociedad es un hecho real y el cambio ocasionado por Internet, las relaciones sociales ya son un fenómeno económico, sostenible y en constante crecimiento. Es momento de ver el mundo de otra manera y de informar qué es lo que vemos.