Editar poesía
Editar es un oficio maravilloso. Esta semana estuve sobre la edición de ocho títulos, ocho nuevas obras que estoy seguro ganarán su espacio en el complejo panorama de nuestras letras. Ensayo, historia, novela, cuento, poesía. Quiero detenerme aquí. Acabo de inaugurar, en Summa, una nueva colección de poesía, una colección que reunirá lo más valioso y diverso de nuestra lengua.
Una colección generacional, vibrante, en pleno proceso creativo y de afirmación. 1. “La vocación suspendida”, de la poeta y traductora colombiana Lauren Mendinueta, libro que presentamos esta tarde en la Feria Internacional del Libro de Lima, que suma con Perú el quinto país donde está siendo publicada. Lauren, además, es una gestora cultural admirable; compartir espacio con ella aquí, en mi ciudad, después de leer en Óbidos y caminar Lisboa, afirma una hermandad que tiene para largo trecho.
2. “Sonetos del náufrago”, de Cosme Saavedra, el poeta piurano, fundador de la estirpe Los angeles del abismo, es un libro que sorprende por el buen uso de los recursos lingüísticos, pero sobre todo por el factor alegórico para su construcción; que quien escribe sea el hombre que dejó manco a Cervantes es una inquietante invitación para abordarlo. 3. “Una golondrina escapa de mi pecho”, el primer libro de la cantautora colombiana Victoria Sur, es una preciosa muestra de su capacidad creativa. Si ya de por sí publicar poesía es un reto, publicar un libro de sonetos es un hermoso atrevimiento.
Cuando la lean entenderán por qué destaca como una de las voces más importantes de América Latina. “La poesía no vende”, dicen las malas lenguas, como si a los poetas nos importara vender. Un editor de poesía debe tener claro el terreno que ha elegido, aquí la apuesta tiene otro tipo de compensación, aquí hablamos de trascendencia, de memoria colectiva, de emociones que sabrán sobrevivir para sostener el futuro.
Publicar poesía no es una apuesta cualquiera, se trata de convicción, de asumir y ejercer como guardián de una orden que tiene como centro el corazón, sus agallas para resistir. Saavedra, Mendinueta, Sur, pertenecen a una generación de escritores que hicieron del mundo un continente, un lugar de tránsito al que arrojaron sus redes para capturar su eternidad. Estoy orgulloso de estos tres libros que inauguran un nuevo momento en mi editorial. Gracias por fortalecer esta agenda de vuelo.
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