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Ejercicio para la salud

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Fecha Publicación: 10/02/2022 - 22:00
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Por Álvaro Díaz

“No dejamos de hacer ejercicio porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de hacer ejercicio” Kenet Cooper.

En efecto, nunca es tarde para comenzar o volver a hacer ejercicio, darnos a practicar la actividad física.

El ejercicio físico tiene la paradoja que sobre todo al comienzo nos produce cansancio, pero a su vez nos mejora el ánimo. Con la práctica regular los beneficios y las sensaciones positivas se incrementan y alargan, lo que significa que los efectos están produciendo cambios a nivel orgánico.

El tiempo e intensidad de los ejercicios es diferente para cada cual, por genética, sexo, edad, estilo de vida, etcétera de variables; de hecho, hasta debe pasar por consulta médica si nunca o hace mucho tiempo no se hace ejercicio o se padece alguna enfermedad crónica como cardiaca, diabetes o artritis.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que una persona adulta debe realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico moderado durante la semana ó 75 minutos de ejercicio de alta intensidad. Si se hace 300 minutos de ejercicio moderado ó 150 minutos de intenso a la semana, los beneficios se incrementan notablemente.

El impacto positivo es para el organismo físicamente hablando, pero también para el cerebro.

Estudios científicos están demostrando que el ejercicio repara y coadyuva al crecimiento de nuevas neuronas, reduce el estrés oxidativo y degrada ciertas proteínas tóxicas que las relacionan con el Alzheimer o el Parkinson.

Y con el corazón, el ejercicio constante produce efectos antiinflamatorios, aumenta el flujo sanguíneo, vasodilatación (descenso de presión arterial), eleva los niveles de oxígeno y reduce los lípidos (grasa) en sangre.

El ejercicio es uno de los cuatro ejes del estilo de vida saludable junto a la nutrición, el dormir bien y el manejo del estrés.

Junto a la dieta permite controlar el peso y con ello prevenir la obesidad, controla los niveles de azúcar en sangre y ayuda al buen funcionamiento de la insulina.

Mejora el estado de ánimo y con ello el riesgo de depresión, además que se reduce el estrés.

Fortalece huesos y músculos, evitando perder la densidad ósea que es característica con el paso de los años.

Se duerme mejor: más rápido, más profundo y por más horas.

Así es que, como diría Edward Stanley,: “Los que piensan no tener tiempo para el ejercicio, más tarde o temprano, tendrán que hacerse tiempo para la enfermedad”.

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