El APRA está sentando las bases para sus próximos 100 años: Una respuesta a Antonio Zapata

Hace alrededor de 14 años recuerdo que el historiador Antonio Zapata, invitado por mí en nombre de un colectivo aprista juvenil a uno de los tantos debates e intercambios de ideas que organicé, en los cuales participaron también Hugo Vallenas, Jefrey Klaiber, Tito Agüero, Raúl Chanamé, Raúl Arístide Haya, Teodoro Hampe, entre otros; mencionó una frase que recuerdo con mucha nitidez: “Gran parte de mi generación pensó que para alcanzar la justicia social se requería sacrificar la libertad”, lo dijo con honestidad intelectual, como un error y allí radica la gran crítica que le tengo a su artículo sobre los 100 años del APRA y es que en el mismo deja de lado un poco esa mesura en el análisis. Tony se suma sin mucha cautela a aquellos profetas que a lo largo de 10 décadas han sentenciado sin éxito el fin del movimiento de Haya de la Torre.

Zapata afirma que la promesa aprista ha sido defraudada y que por ende su desvanecimiento es inminente. Más bien la promesa histórica del APRA: “Pan con Libertad” o justicia social con democracia está más vigente que nunca -intelectual y socialmente- y es más bien la izquierda marxista la que ha tenido que rectificarse de manera gruesa de sus planteamientos que incluían en el pasado restricciones a las libertades políticas y una visión de un Estado ultraintervencionista, que hoy solo se ve en Cuba, Venezuela o Corea del Norte. La promesa defraudada -de justicia social sin libertad- ha sido en todo caso la de los herederos de Ravines en franca huida a la “socialdemocratización”.
En la estrella -la más firme expresión de la democracia social en los últimos 100 años- estamos discutiendo conceptualmente la necesaria actualización de algunos de nuestros conceptos. Hace pocos días propiciamos junto al Comité de Miraflores un debate entre María Valdivia, Carlos Pando e Iván Arenas en esa línea. Pronto generaremos espacios similares para que participen Víctor López García, Germán Peralta, Alan Salinas, Hugo García Salvatecci, José Mario Azalde, entre otros.

Pero además estamos construyendo las ideas fuerza de lo que hemos denominado “Agenda Social” para plantearle a las mayorías populares un plan de seguridad ciudadana, de reactivación económica y empleo con incidencia en los agentes productores pequeños y también un planteamiento de combate a los abusos de la posición de dominio de algunos oligopolios o monopsonios en el país, esquemas incluso que algunos de la izquierda limeña elitista pasan por alto o hasta defienden, como en el caso previsional de las AFP.

Todo ello está siendo combinado con la potenciación de comités provinciales en buena parte del país y en el empoderamiento de figuras nuevas, con mucha presencia juvenil y femenina de Tumbes a Tacna.
No veo a la derecha entrando en un trabajo de esta naturaleza y tampoco a la izquierda marxista limeña. El populismo crece y los únicos demócratas que estamos construyendo organización somos los apristas, lamentablemente. Parte de nuestra soledad institucional.

El APRA camina a su segundo centenario potenciando su narrativa, creando un nuevo programa para la justicia social, tejiendo su organización con liderazgos sociales e impulsado nuevos voceros y líderes; mientras la izquierda marxista -con la que es benevolente en sus análisis Tony Zapata-, está quebrada en varios pedazos; tuvo que ir detrás de un militarismo trunco como Ollanta en 2011, ver a Villarán admitir su delito en TV, respaldar a un falso líder popular y golpista como Castillo y hoy se debate entre la esperanza de la resurrección política de Vizcarra y un asesino de policías como Antauro.

El APRA y su promesa no se desvanecen, y eso es una buena noticia, profesor Zapata.

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